"Esto es un montón", aseguraba Valeria Naranjo (34), mientras no paraba de observar su nuevo hogar en el Barrio Huarpes. "No lo puedo creer", resaltaba con una sonrisa de oreja a oreja y comparaba la casa del IPV con el rancho que tenía en la Villa General Mosconi. Es que Valeria ve la posibilidad de darle una mejor calidad de vida a sus cinco hijos, uno de los cuales padece de retraso madurativo. Ya no tendrá que sufrir con las lluvias, que en enero pasado le provocaron la rotura y la caída de una parte del techo de su precaria vivienda. O no tendrá que salir a buscar agua potable a los surtidores comunitarios porque ahora la tendrá de su propia canilla. La joven madre es soltera y no tiene trabajo, pero recibe la ayuda del padre de sus dos hijas menores. Pese a todo, dice que lucha para que sus chicos estudien.