Nunca se levantaron a las 3 de la mañana a dar de mamar. No cambiaron los pañales de sus hijos, ni les enseñaron a caminar. No escucharon las primeras palabras y ni siquiera tienen fotos de cuando sus hijos eran bebés. Pero, a pesar de todo eso, se sienten papás con todas las letras. Es que, gracias a adopción de chicos grandes, algo poco común en la provincia y en el país, lograron tener las familias que siempre soñaron. Luego de que DIARIO DE CUYO publicara una nota comentando cómo es la vida de los chicos que nadie quiere adoptar porque tienen al menos 10 años, dos familias sanjuaninas abrieron las puertas de sus casas para compartir sus reconfortables experiencias.

En San Juan la adopción de niños es un tema que siempre genera mucha polémica. En este contexto, Marcelo Bartolomé, director de Niñez, comentó hace unos días que en las residencias del Estado tienen 51 niños que están en condiciones de adoptabilidad. De esos 51 que esperan una familia, 33 son mayores de 10 años. Mientras que de esos 33, 9 cumplen los 18 años durante el 2019. Y a pesar, de que la mayoría de la gente que está inscripta en el Registro Único de Adoptantes sólo quiere niños que tengan como máximo 2 años, hay algunas pocas familias que se animaron a romper con esa regla y recibieron chicos más grandes.

Carina Chancay y Juan Quiroga son papás de dos chicos que actualmente tienen 15 y 12 años. Uno de ellos es parte de la familia desde los 7 años y la nena, que es la menor, llegó a 11 años (ver aparte). Por su parte Carlos Carrasco y Magali Tejada adoptaron de 3 chicos (que son hermanitos) hace 2 años. Actualmente tienen 14, 11 y 9 años (ver página 11). Estas dos familias comentaron que sus historias están marcadas por la necesidad de dar y recibir amor. Incluso, cada uno desde su lugar, se animó a aconsejar a los papás que están en lista de espera y pidieron que se animen a adoptar niños que no son bebés.

Con el objetivo de desmitificar que adoptar a "niños con historias" puede ser un problema, pues los chicos ya vieron demasiadas cosas feas y pueden repetirlas, estos sanjuaninos decidieron compartir sus historias y demostrar que cuando se quiere es posible tener una familia igual a cualquier otra.

Los Quiroga Chancay

Una familia que se amplió gracias a la contención

"Cuando empezamos a armar la carpeta para ser adoptantes nos preguntaron si preferíamos nena o varón y dijimos que sólo queríamos ser padres. Después nos dijeron que si queríamos niños de alguna edad en particular y respondimos lo mismo, sólo queremos ser padres", dijo Carina Chancay al empezar a hablar de su historia. Ella junto a su marido, Juan Quiroga, cumplieron el sueño más grande: son papás de dos chicos de 15 y 12 años. El primer hijo lo recibieron cuando tenía 7 años y la nena, que es la menor, cuando tenía 11 años. En una charla con DIARIO DE CUYO, la familia completa decidió abrir las puertas de su casa para comentar los beneficios que tiene adoptar niños, sin importar la edad. "Los únicos problemas que tenemos es que los chicos en ocasiones no quieren hacer los deberes, o quieren volver tarde a casa", dijo Juan y comentó que ellos nunca tuvieron conflictos con sus hijos debido al pasado de los chicos. Resaltaron que el amor es la clave para que la familia entera crezca día a día.

Carina y Juan decidieron apostar a la adopción porque hicieron numerosos tratamientos de fertilización, sin éxito. "No nos asustaba tener un chico más grande", agregó la mujer al contar por qué no pusieron una edad de preferencia a la hora de llenar sus registros.

Tras 7 años de espera recibieron el llamado que tanto anhelaban. "Cuando nos avisaron de él -por su hijo- me dijeron que tenía 7 años y no nos importó. Cuando apareció fue mágico. Lo más difícil fue el proceso de vinculación, porque lo íbamos a ver y luego volvíamos a casa sin él. Fue muy raro, no queríamos salir a cenar porque pensábamos que quizás él no comía. Sentíamos que se nos quedaba una parte nuestra en la residencia", dijo Juan y comentó que desde el primer momento que lo vieron sintieron que era su hijo. "Me acuerdo que nos veíamos en una placita", dijo S (se reserva el nombre del chico a pedido de sus papás), que se acuerda cada detalle de su adopción.

Dos días antes del cumpleaños de Juan (en 2011) les avisaron que podían llevarse al nene a su casa por un fin de semana. "Yo tenía que buscarlo el sábado como a las 15, pero a las 10 me llamaron del hogar porque no lo aguantaban más. Él se quería venir con nosotros", dijo Juan, mientras que S agregó que la noche previa no pudo dormir de la ansiedad. Antes de llegar a la casa, Juan le llamó por teléfono a Carina y le pasó con el niño. "Me dijo "hola. mamá". Escuchar esa vocecita fue como escuchar el llanto de un hijo cuando nace", dijo la mujer entre lágrimas. Desde ese día no se separaron más. Incluso, con el paso de los años lograron hacer crecer a la familia.

Cuando llegó A (la nena de la casa que vive con ellos hace poco más de 1 año) la vida les cambió por completo. "Ella venía a casa y no quería volver al hogar. En el segundo día de vinculación se puso a llorar y al oído me pidió permiso para decirme mamá, fue un momento que no olvido más", dijo Carina y definió a su hija como una "leona" por la fuerza que le pone para crecer alegremente.

Los Quiroga comentaron que gracias a sus hijos ellos valoran más hasta las pequeñas cosas. "A ella -por su hija- nunca nadie la llevó a la escuela. Cuando la llevamos nos dijo que se sentía rara, y pudimos ver la felicidad en sus ojos", dijo Juan. Mientras que su hijo dijo "me gustaría que los papás que van a adoptar se animen a recibir chicos grandes. Yo y mi hermana tuvimos suerte porque tenemos estos padres. Es bueno que escuchen a los niños. Cuando se vive en estos hogares sólo se necesita amor, apoyo y contención familiar".

"Los chicos no piden nada más que amor. Ellos necesitan solamente una familia"

CARINA CHANCAY - Mamá

Datos nacionales

Según la Dirección Nacional del Registro Único de Adoptantes, existen actualmente 5.352 legajos abiertos de parejas, mujeres y hombres solos que esperan adoptar. Únicamente el 16 por ciento adoptaría niños con discapacidad leve a moderada y un uno por ciento con discapacidad severa. Mientras que tan sólo el 7 por ciento aceptaría tres hermanos para adoptar.

Preferencias

de cada 10 personas piden un niño que tenga como máximo 1 año, según estadísticas nacionales. La mayoría, además busca chicos sin discapacidad o alguna patología.

En San Juan

Actualmente, en San Juan, el Registro Único de adoptantes tiene sus oficinas en calle Entre Ríos 416 Sur, 1er piso. Para mayor información se puede llamar al 427-3940 o consultar vía correo electrónico a la dirección: registroadopcion-sjn

Los Carrasco Tejada

Marcados por el amor entre los hermanos

Siempre sonrientes. Aldana tiene 14 años, Luz 11 y Ángel 7 años. Ellos viven una vida llena de alegría junto a sus papás Carlos y Magali. 


Pocos son los que se animan a adoptar chicos grandes y sobre todo hermanitos. Pero como en todas las reglas, hay excepciones. Carlos Carrasco y su señora Magali Tejada son parte de esa minoría que le permite tener esperanza a los chicos que aún esperan tener una familia. Ellos adoptaron tres hermanitos cuando tenían 7, 8 y 11 años, hace poco más de 2 años y hoy tienen una familia que se destaca por la felicidad. ‘Los adoptantes deben entender que no se trata de necesitar un hijo, sino de que hay niños que necesitan padres. No es un bazar en el que se puede elegir así como así a los niños. Cuando íbamos a buscar a nuestras hijas, otras nenas quedaban agarradas de las rejas mirando como mis niñas se iban y ellas quedan en los hogares. Es muy duro, pero sería muy bueno que la gente se anime, porque no es imposible‘, dijo Carlos al empezar a hablar de su historia. 


Ellos se casaron cuando Carlos tenía 41 años y Magali 37. No pudieron tener hijos biológicos, pero eso no les impidió soñar con ser padres. ‘Cuando empezamos con la carpeta, no teníamos problema de recibir a un niño grande. Pensábamos incluso que ya estábamos grandes para recibir a un bebé, y estábamos dispuestos a lo que fuera por formar una familia‘, agregó Carlos. 


Un año y medio luego de presentar los papeles les llamaron para comentarles que había dos hermanitas de 11 y 8 años que estaban en una residencia y que habían pasado por varios hogares, con el paso de los años. ‘Cuando empezamos a vincularnos nos juntábamos los fines de semana y venían a casa. Ellas se querían quedar a toda costa. Incluso pedían quedarse los días de semana solas en la casa, mientras trabajábamos para no volver a las residencias, pero no podíamos hacer eso‘, recordó Magali y comentó que cuando las visitas fueron más frecuentes decidieron armar una habitación especial para las nenas. 


Un día, mientras Magali buscaba a Aldana y a Luz le dijeron que habían recibido hacía unos días a un hermanito de las nenas, que tenía 7 años. ‘Eso es lo más importante y gracioso que nos pasó. Es que me llamó Magali para decirme que estaba el nene y que si lo podía traer a casa porque los demás niños del hogar se iban de campamento y él no podía ir porque no estaba asegurado e iba quedarse solo‘, recordó Juan y dijo que ellos accedieron. Los hermanitos se habían visto por última vez cuando el nene tenía 1 año, sin embargo esa noche durmieron los tres en la misma cama abrazados como si se conocieran de toda la vida. ‘Al otro día, mientras desayunábamos, me dijo Luz que si les podía hacer el favor de adoptarlos a los tres‘, contó sin poder contener las lágrimas Juan y dijo que inmediatamente él llamó y pidió que Ángel fuera agregado a su familia. En menos de un año, ellos lograron tener la adopción plena de los 3 niños, que hoy hacen una vida totalmente normal, igual a la de los demás chicos de su edad. Hoy, Aldana tiene 14 años, Luz 11 y Ángel 7 años.

 
‘No nos fue difícil adaptarnos, tenemos los problemas que puede tener cualquier familia que tiene hijos biológicos. Siempre escucho gente que dice que si los chicos son grandes pueden tener problemas o ser malos, pero yo les digo que no. Hay que romper el mito de que los niños que están en los hogares y son grandes tienen ciertas cuestiones feas. Hay que dejar de creer que no pueden ser normales‘, agregó Magali y comentó que sus hijos hacen deportes, juegan con sus vecinos y son aceptados por todo su entorno. ‘Cuando ellos llegaron a casa hasta un baby shower me hicieron mis amigas‘, recordó entre risas la mamá. 

Cómo viven en las residencias

Muchos chicos vivieron una vida dura culpa de sus padres o de los demás adultos de su familia biológica. Fueron sacados de su entorno familiar, para buscarles otras familias que los protejan, pero muchos no lograron cumplir ese objetivo. Actualmente, según el director de la Niñez, Marcelo Bartolomé, cerca del 65% de los chicos en estado de adoptabilidad tiene al menos 10 años, y por consiguiente esos niños ya están casi destinados a seguir viviendo en esos hogares, pues pocos son los que adoptan niños tan grandes. En la provincia hay 11 residencias ubicadas en diferentes barrios del Gran San Juan.

"Por ley, una vez que las personas cumplen los 18 años ya no son niños. Y si nos remitiéramos estrictamente a la ley, no sería nuestra responsabilidad seguir teniéndolos, pero en los hechos eso no sucede", dijo el funcionario y explicó que desde que los menores cumplen 16 años ellos trabajan para que puedan independizarse cuando sean mayores.

Niñez tiene varias estrategias para incentivar, desde los 16 años, a los chicos. Los orientan a que busquen un trabajo, los ayudan a que se capaciten en algún oficio y hasta les dan una mano hasta que puedan vivir por su cuenta. Es que, según Bartolomé, la idea es que ellos puedan desarrollar una vida lo más normal posible y tengan herramientas para hacerlo.

En las residencias los chicos viven con adultos que se rotan para cuidarlos, las 24 horas. Los más grandes tienen sus propias tarjetas SUBE para ir y volver solos de la escuela o de las actividades deportivas y hasta tienen la posibilidad de salir a la casa de sus amigos o a cumpleaños de 15, por ejemplo. "Tenemos movilidades afectadas para que los lleven a ese tipo de eventos", dijo el funcionario y resaltó que ellos buscan que hagan todas las actividades fuera de los hogares, para que tengan más libertad. Los chicos hacen deporte, van al cine y varias veces al año salen de campamento a diferentes puntos de la provincia.