Conforme la situación en la central nuclear de Fukushima parece estabilizarse y mejorar paulatinamente, crece el debate sobre las lecciones a aprender de este desastre atómico y la necesidad de endurecer las normas de seguridad.

Fue el propio director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Yukiya Amano, quien dio ayer un paso en esa dirección, al anunciar que una vez superada la crisis nuclear de Japón, la comunidad internacional debería considerar elevar los estándares de seguridad atómicos.

En su discurso de apertura de una reunión extraordinaria de la Junta de Gobernadores de la OIEA, dijo que el actual marco de respuesta "fue diseñado tras el desastre de Chernobyl (Ucrania) en 1986, antes de la revolución de las tecnologías de la información".

Por eso, "el papel del organismo en la seguridad nuclear debería ser reexaminado, junto con el rol de los estándares de Seguridad (del OIEA)", agregó Amano ante los representantes de los 35 Estados miembros de la Junta.

Luego, en declaraciones a la prensa, Amano fue tajante al decir que se debe "aprender las lecciones" del accidente de Fukushima y endurecer las normas de seguridad.

Eso sí, el director general no precisó qué aspectos del régimen internacional de seguridad nuclear deben ser revisados.

"En algunos ámbitos, por supuesto, las normas deben ser endurecidas, pero en qué ámbito y cómo (hacerlo) requiere más análisis", dijo Amano tras la reunión extraordinaria de la Junta.

En tanto, los técnicos que trabajan dentro de la zona de evacuación alrededor de la dañada planta en el noreste de Japón, sobre la costa del Pacífico, lograron finalmente conectar cables de energía a los seis reactores y comenzaron a bombear agua a uno de ellos para enfriar las barras de combustible nuclear.

"Vemos una luz para salir de la crisis", dijo un funcionario citando al primer ministro Naoto Kan, permitiéndose un optimismo inusual en el momento más duro de Japón desde la Segunda Guerra Mundial.