Con voz entrecortada y los ojos humedecidos, Alberto Gouiric recordó las razones que lo llevaron a fabricar mates artesanales. Un oficio que comenzó hace unos 20 años y que le sirvió no sólo para mantener a su esposa y 5 hijos, sino también para comprobar que nada es imposible cuando uno se propone salir adelante. Actualmente tiene en la provincia, confirmado desde INTA, la única plantación de "lagenaria siceraria", más conocida como porongo, la especie de calabaza que se utiliza para fabricar mates. Y hace unos días expuso todo su trabajo artesanal en la Fiesta de las 2 Puntas, en Rivadavia, donde la gente hasta se tomó fotos junto a él para llevarse como recuerdo de alguien que puede tomarse como ejemplo de trabajo y tesón.
"En los "90 tenía tres remises propios trabajando, pero el gobierno no me renovó ninguna de las tres licencias y me quedé sin trabajo -contó Gouiric-. Pero no le guardo rencor a nadie porque la angustia de sentirme en la calle hizo que sacara lo mejor de mí".
Alberto contó que todas las mañanas se sentaba en el balcón de su departamento pensando qué podía hacer para mantener a su familia porque no conseguía trabajo y ya había vendido dos de sus autos para poder comer y mandar a los chicos a la escuela. Dijo que sólo su esposa se atrevía a interrumpir sus pensamientos, convidándole un mate de tanto en tanto. La mujer nunca imaginó que con esos invites despertaría el perfil artístico de su marido.
"Un día estaba tomando uno de esos mates y cuando terminé, lo miré detenidamente y me dije: no debe ser tan difícil hacerlo. Y me nació la idea de hacer mates para vender -relató el hombre-. En el único auto que me quedaba me fui al centro a buscar a quien pudiera orientarme sobre el tema. Un comerciante me dijo que en Córdoba podía conseguir los mates porongos brutos para comenzar con el oficio. Regresé a mi casa y le pregunté a mi mujer si le quedaba plata para la comida. Me dijo que sí, entonces le di un beso y le dije que volvía en unos días. Cuando me preguntó a dónde iba, le contesté que en busca de un futuro mejor".
Gouiric contó que en Córdoba le vendieron todo lo necesario y lo asesoraron acerca de cómo lavar, tostar y curar el mate porongo bruto para poderlo tallar a gusto. Y que ni bien llegó a su casa comenzó con la tarea que, como saldo, le dejó las manos lastimadas. Es que tanto la puesta a punto de la materia prima como el tallado lo hacía de forma manual porque no tenía recursos para comprar una máquina que lo ayudara con la tarea. Situación que cambió a los días de haberse iniciado en este oficio. Uno de sus hijos, con los ahorros que tenía, le regaló una. De esta manera Alberto pudo comenzar a cumplir en forma y tiempo con la demanda. Dijo que gente de toda la provincia llegó hasta su casa para comprar mates.
Cansado de perder tiempo y dinero viajando a Córdoba en busca de la materia prima (en menos de 1 año de oficio ya tenía clientes fijos y participaba en todas las fiestas departamentales vendiendo sus artesanías), decidió embarcarse en otro proyecto que su propia familia calificó de descabellado: iniciar en la provincia el cultivo de lagenaria siceraria, una especie típica de zonas con clima húmedo.
"Como prueba planté en una maceta las semillas que venían en los mates porongos brutos que compraba en Córdoba, y la siembra dio resultado -recordó Alberto-. Pero me enfrenté al problema de no tener dónde hacer un gran cultivo. Y la solución llegó de manos de un gran amigo. Fue Pedro Campo quien, desinteresadamente, me cedió un terreno que tenía en Las Casuarinas para iniciar la plantación".
En 10 meses Alberto Gouiric cosechó las primeras calabazas para fabricar mates. Pero de tan mala calidad que se partían ni bien las tocaba. Y fue su amigo José Vargas, un ingeniero agrónomo, quien le reveló la causa de la mala cosecha: falta de riego y suelo con poco calcio. Solucionados estos inconvenientes, Alberto consiguió que el cultivo, crecimiento y cosecha de lagenaria sicersaria se diera de manera excelente y sin inconvenientes. Ni siquiera el granizo de hace un par de años lo hizo desistir de seguir con este cultivo. Tenía semillas para reiniciar la plantación y suficientes calabazas guardadas para seguir tallando mates hasta que la siembra volviera a dar los frutos que ya son conocidos en toda la provincia.

