En contraste con el bullicio de fin de campaña, muchas calles escocesas amanecieron ayer en silencio tras conocerse la victoria del ’no’ en el histórico referéndum de independencia que mantuvo en vilo a gran parte de Europa y el mundo.
Pese al alivio por la noticia, incluso los partidarios de la permanencia en el Reino Unido mantuvieron en general la discreción por deferencia a sus compatriotas que habían visto desvanecerse su sueño en un plazo de 24 horas.
En Edimburgo, el centro estaba ayer tranquilo. A la espera del resultado del plebiscito, grupos de jóvenes independentistas pasaron parte de la noche delante del Parlamento de Holyrood, que ayer mostraba los restos de la batalla con algún globo pinchado y carteles pisoteados.
El jardinero de 26 años Kyle Mackay era uno de los que deambulaba por la zona buscando a correligionarios con quienes desahogarse. ‘Es una tragedia que los escoceses no hayan aprovechado esta oportunidad‘, declara Mackay, que ha pasado ‘los dos últimos años‘ de su vida haciendo campaña por la separación del Reino Unido. ‘Creo que el ’no’ ha ganado porque han conseguido asustar a la gente, con todas las amenazas de que no podríamos sobrevivir por nuestra cuenta‘, reflexiona. Para otros votantes del ’sí’ menos convencidos, como Michelle Blake, de 40 años y administradora de propiedad, que se decantó en el último minuto, ‘la derrota no es un desastre‘, pues Escocia ‘tuvo la oportunidad de votar y tomó su decisión‘.