Para que nadie olvidase el día. Para que con el tiempo, esas circunferencias de cobre se transformaran en testigo de jornadas históricas. Para que las figuras de Narciso Laprida y Fray Justo Santa María de Oro quedaran selladas en la historia local. Fue para esto que hace más de cien años mandaron a acuñar dos monedas que rendían homenaje a los dos próceres sanjuaninos que tuvieron un rol clave el 9 de julio de 1816, cuando se declaró la Independencia. Hoy, estas monedas salen a la luz y su historia fue contada por quien las tiene en su poder, el historiador y numismático, Rubén Guzmán.

Ambas monedas tienen un diámetro de 4 centímetros y en ellas están acuñadas las imágenes de los monumentos. La primera se mandó a hacer en 1897, en honor a Fray Justo Santa María de Oro y fue entregada un 9 de julio cuando se inauguró el monumento que está en la Plaza 25 de Mayo. Según contó Rubén Guzmán, fueron unas 100 unidades que se repartieron durante el acto, entre las autoridades y personalidades más destacadas de la provincia. “Era usual en esa época acuñar monedas para recordar el momento en que se inauguraba un monumento o estatua. Lo mismo sucedió con la de Sarmiento y con la de Aberastain”, dijo Guzmán.

El 20 de junio de 1888, la provincia, a través de la Legislatura, sancionó la norma para que se colocara en San Juan una serie de estatuas y monumentos de próceres locales. La ley especificó que se comenzara con las figuras de los dos hombres claves de la Independencia: Francisco Narciso Laprida y Fray Justo Santa María de Oro. Al día siguiente de promulgada la norma, se nombró una Comisión Nacional y otra Provincial. Pero, por cuestiones presupuestarias, la comisión sólo logró que se colocara la de Fray Justo Santa María de Oro en 1897. Pero no fue en la plaza Aberastain, sino en la 25 de Mayo, justo frente a la Catedral, porque fue el primer Obispo de Cuyo. De esta manera se convirtió en el primer monumento a un prócer sanjuanino en su tierra. Pero una historia llena de postergaciones, maltratos y saqueos rodeó a la estatua de Francisco Narciso Laprida, que está en la plaza que lleva el mismo nombre. En 1888 se dispuso que ésta fuera la primera estatua en colocarse en San Juan, pero terminó en cuarto lugar por cuestiones burocráticas, 6 años después de ser construida.

Para celebrar estas ocasiones, las monedas se mandaban a acuñar a Buenos Aires y eran muy caras, según dijo el historiador. Por lo que tener una era símbolo de pertenecer a un rango social importante. Hasta ahora, las únicas que salieron a la luz son las que tiene Guzmán, cuya pasión es la colección de monedas y billetes.

“El día de inauguración de estos monumentos era una fiesta y las monedas funcionaban como una especie de souvenir”, dijo el historiador.

Otra de las particularidades de estos elementos, es que además de la imagen del monumento, estaba acuñado el nombre del artista que las diseñó. Por ejemplo a las de Laprida las hizo Belangamba y Rozas, mientras que a la de Oro las diseñó el artista de apellido Orzali. Estas monedas forman parte del tesoro numismático de Guzmán y son expuestas en ocasiones especiales.