Pertenecían a diferentes clases sociales y no todas se dedicaron a donar sus joyas. Algunas hasta ayudaban con las tareas de armado de las tropas y se hacían cargo de sus hogares después de que sus maridos se alistaran en el Ejército. Con el tiempo se las llamó Patricias Sanjuaninas y cumplieron un rol importante entre 1814 y 1829. Una situación similar se vivió en Mendoza y en San Luis. Según narró el historiador César Guerrero, “depositaban monedas mes a mes, hacían donaciones y recorrían los cuarteles. Entonces, todo fue bueno para ayudar a la causa de la Independencia. Además de joyas, estas mujeres aportaron animales, pasto y alimentos y hasta confeccionaron los uniformes y banderas para el Ejército de San Martín”.