* Según consta en el relato oficial de la Casa Histórica de la Independencia, la Casa de Tucumán no había sido prestada por doña Francisca Bazán, como indica una versión escolar, sino que se la alquilaban al Gobierno. Tampoco hubo un préstamo masivo de muebles por parte de los vecinos, sino que el mismo Gobierno mandó a fabricarlos especialmente para el Congreso de Tucumán, en manos de artesanos locales. Además, las puertas no eran verdes sino azules, y los muros no eran amarillos sino blancos.

* Fue construida en la década de 1760 y allí vivía la familia Laguna Bazán, que sumada a los sirvientes y esclavos, hacían un total de 16 habitantes. Estaba hecha de tapiales de adobe revocado con barro y cal. Los techos eran de cañizo y tejas y toda su estructura era de cabreadas de madera. Por las constantes lluvias en la zona, necesitaba un mantenimiento permanente. Fue eso lo que fue provocando su deterioro con los años, lo que derivó en la demolición de 1903.

* La familia dejó de habitar la casa en 1812, que era usada como cuartel general para las Tropas de la Patria, que habían librado la Batalla de Tucumán. En 1815, el Gobierno la alquiló para oficinas administrativas e instaló en ese lugar la Aduana, las Cajas Generales y el Almacén de Guerra. A esa altura, ya le habían hecho muchas refacciones.

* En 1816 se decidió usarla para el Soberano Congreso General Constituyente, ya que el Gobierno seguía alquilando ese espacio. Le hicieron nuevos arreglos, le construyeron letrinas y la repintaron por completo, para que estuviera a la altura de las necesidades de ese acontecimiento histórico. Tras la declaración de la Independencia, el Congreso siguió sesionando allí hasta febrero de 1817, cuando se mudó a Buenos Aires. Un tiempo después la casa fue alquilada para la imprenta del Ejército y tras eso volvió a ocuparla la familia.