1- Firmeza defensiva. Como pasó en el cierre de la temporada que llevó al ascenso a San Martín, ayer se volvió a notar un funcionamiento de la última línea más que aceitado. Pese al cambio de algunos nombres como los ingresos de Alvarez y Landa, la zaga se supo acomodar a la velocidad de Gómez y controló más que bien la potencia de Morales Neumann. En ese sentido, el oficio y timming de Grabinski resultaron trascendentales. Además, ahora el equipo cuenta con mucha más salida por la banda derecha con las trepadas de Alvarez. Su buena pegada es otro ítem en que ganó la defensa sanjuanina.

2- Orden y equilibrio. El doble cinco en este esquema de San Martín es su piedra basal. Del buen andar de sus integrantes depende cómo rinda la formación en general. Con Bustos y Cantero entendiéndose a la perfección, el equipo se potenció en tranquilidad y solidez para hacer daño en el arco rival. Esa misión, como ya es habitual, quedó en los pies de Poggi, quien tras recuperarse del desgarro se mostró desequilibrante como de costumbre. Con Bogado por la derecha hubo buenas dosis de dinámica, aunque algunas veces al ex Argentinos le ganaron la espalda por proyectarse demasiado.

3- Atrevimiento y potencia. Núñez le brinda un gran toque de frescura a la ofensiva. En el caso de ayer, Roda también contribuyó con su tamaño físico por el centro de la defensa rival y estuvo a punto de marcar un tanto. Núñez es alguien que sabe muy bien su función en ataque, como es la de abastecer al nueve de ocasión. Pese a marcar el gol con un gran tiro libre, igualmente se notó su excelente capacidad para tirar centros con la marca encima, algo clave para jugar en Primera. Mientras que el nueve cordobés pareció algo lento por momentos pero con el olfato de estar siempre en el lugar indicado para crear peligro.