Escribir oraciones completas y leer de corrido era una deuda pendiente para muchos trabajadores rurales de San Juan. Es más, algunos no sabían ni siquiera escribir su nombre o identificar las letras. Por eso, Renatea (Registro Nacional de Trabajadores y Empleadores Agrarios) de San Juan se adhirió al Programa Nacional de Alfabetización ‘Yo si puedo‘, a través del cual 149 trabajadores de los departamentos rurales asisten a videoclases y aprenden lectoescritura. Hoy, en el Día del Trabajador Rural, 10 sanjuaninos, que ya se graduaron de estos cursos, recibirán sus diplomas en la Cámara de Diputados de la Nación. Entre ellos viajarán Graciela Zalazar, Stephanía Tapia, Luis Cabral y Eliana Cortés, quienes contaron sus historias (ver aparte). Este programa se aplica en la provincia desde hace un año y ya concluyeron sus estudios unos 30 trabajadores.

‘No poder leer la etiqueta de un insecticida para usar en el campo fue uno de los problemas que tuve que enfrentar‘, dijo Luis Cabral y aseguró que antes tenía vergüenza de reconocerlo, pero ahora está orgulloso de aprender. Mientras que sus compañeros contaron que no sabían calcular precios o no podían ayudar a sus hijos con las tareas de la escuela porque no sabían leer ni escribir. Pero con este programa, la vida les cambió. Es que en el último año abrieron 29 centros educativos en San Juan donde se puede aprender a leer y escribir en tres meses.

En estos sitios están capacitando a 149 personas. Los centros están montados en las casas de los trabajadores, en uniones vecinales o en los CIC de algunos departamentos. Para aprender lectoescritura tienen que observar 65 videoclases, de 30 minutos cada una. Si bien estas clases son guiadas desde el video, están acompañadas por un guía llamado facilitador, que acompaña a los alumnos.

Lo primero que aprenden es el reconocimiento de los números. Luego trabajan sobre las habilidades psicomotrices para poder escribir sobre el renglón y utilizar correctamente los lápices. ‘Es como empezar de cero‘, dijo Leticia Cabañez, una de las facilitadoras. La mujer tiene 9 hijos y fue hasta 6to grado. Sin embargo, las ganas de ayudar a otros hizo que se ofreciera a guiar a los alumnos en un centro de 25 de Mayo. Al igual que ella, Rosalba Valdés, de Calingasta, también ayuda a los trabajadores y ya logró que 12 de ellos tengan los conocimientos básicos. ‘Este programa les despierta la inquietud de aprender más. Algunos quieren inscribirse en la secundaria‘, dijo la mujer, que es una de las 38 voluntarias que hay en San Juan y que ayer viajó junto a la delegación a Buenos Aires donde entregarán certificados a los trabajadores de todo el país que participaron del programa.