Uno tiene 13 años y 3 hijos más que el otro. Uno trabaja en la administración pública y el otro es comerciante. Uno vive en Santa Lucía y el otro en Angaco. Pero ambos comparten la misma pasión: defender la tradición y luchar para que la misma trascienda de generación en generación. Se trata de Enrique Pantaleón Tapia, quien por 12 años consecutivos presidió la Federación Gaucha Sanjuanina, y de Rubén Balmaceda, quien recientemente asumió la conducción de esta institución. Los dos dialogaron con DIARIO DE CUYO. El primero, sobre los logros obtenidos y los que quedaron pendientes. Y el segundo, sobre sus miedos, proyectos y expectativas.

"Mi mayor orgullo es haber sido elegido presidente de la Federación por unanimidad. Eso me hizo sentir que cuento con el apoyo de todo el gauchaje para emprender esta tarea que no será nada fácil". Con estas palabras, Rubén Balmaceda comenzó su relato. En ningún momento se mostró eufórico por la victoria obtenida, aunque confesó que siempre soñó con llegar a ocupar ese lugar. Deseo que, según él, nunca tuvo como fin hacerse de fama o popularidad, sino el de sentirse más activo en defensa de la tradición. Tarea a la que se abocó desde joven. Con su familia participó en todo festival tradicionalista que se realizó en la provincia y hace 20 años ingresó a la Agrupación Gaucha Cacique Angaco. En el 2005 pasó a ser su presidente y a adquirir trayectoria como un gaucho dispuesto a propagar el sentir nacional.

Ni bien asumió su mandato organizó un festival tradicionalista, en Angaco, para celebrar el Día del Trabajador, fiesta que desde entonces se realiza cada 1 de mayo y de manera ininterrumpida.

"Ahora quiero poner todas mis energías en concretar algunos proyectos que le den a la Federación un marco de formalidad y seriedad mayor al que ya tiene -sostuvo Balmaceda-. Sobre todo para mantener la trascendencia a nivel internacional que ha adquirido y para continuar con el legado de don Enrique Tapia, al que considero un hombre más que sabio".

Entre esos proyectos, según Balmaceda, figura la Casa del Gaucho, el ballet oficial de la federación y darle más difusión a la Cabalgata de la Fe (ver aparte).

Por su parte, don Enrique Tapia no pudo ocultar la pena de haber terminado su larga y exitosa gestión al frente del gauchaje local. Estuvo al borde del llanto cuando dijo que a lo largo de los 12 años de gestión concretó varios logros que lo enorgullecen como la cabalgata a la Difunta Correa, la edificación del monumento al gaucho y la adquisición de una ambulancia propia. Pero que nada de eso se compara con la "infinidad" de amigos que cosechó durante su mandato.

"Al principio no fue sencillo lidiar con el gauchaje, sobre todo cuando había que decidir quiénes viajaban a representar a la provincia en los festivales nacionales o cuando a cada gaucho se le hacía respetar el reglamento interno -contó Tapia-. Pero con el paso de tiempo nos transformamos en una gran familia donde todos aprendimos a consensuar y aceptar las decisiones, y a trabajar unidos para defender nuestra tradición".