Para él, el viaje ida y vuelta de Jáchal a San Juan día por medio es una incómoda costumbre. Sale de su casa por la siesta y regresa durante la medianoche. Así vive Roberto Salomón desde hace 21 años. Es que en 1992 un pico de presión dejó débiles sus riñones. Por eso, debe dializarse para vivir. Como los únicos centros en los que se hace ese tratamiento están en Capital, no le queda más que ir y venir. Eso cambiará cuando se construya el nuevo hospital jachallero, que tendrá el primer centro de diálisis del interior (ver página 7).

“Uno se cansa de viajar. Pero tengo que hacerlo para vivir. Conozco dos personas que no pudieron seguir el tratamiento y terminaron muriendo. Por eso, no falto nunca a las diálisis”, dice el hombre mientras suspira. Y cuenta que “al principio me atendían en el Hospital Rawson, pero como tengo la obra social de mi esposa, que es maestra, me pasaron a un centro privado”.

Durante los primeros años, Salomón viajaba en colectivo y lo que más se le complicaba eran los horarios. A veces se demoraba el inicio del tratamiento y perdía el micro de vuelta, por eso debía esperar al siguiente. “Un día salí tan cansado del hospital que me dormí en el camino. Cuando me desperté estaba en La Rioja. Tuve que bajarme y hacer dedo para volver a Jáchal”, recuerda el hombre.

En 2005, con lo que gana con su empresa de servicio de lunch logró comprar un auto, en el que viaja ahora junto a su hijo y a otros dos jachalleros que también siguen el tratamiento. “Para nosotros sería una bendición que pusieran un centro de diálisis aquí. Mi vida volvería a ser normal”, anhela Salomón.