Roberto Sánchez no sólo era conocido por los sanjuaninos sino también por todos los turistas que pasaron alguna vez por la Terminal de Ómnibus. Él se dedicaba a la venta ambulante y con su gracia supo ganarse a los clientes.

 

Amable, divertido y con una frase que quedará en el recuerdo: "Lloren chicos, lloren". Así ofrecía sus productos y de paso les hacía más agradable la espera de los colectivos que debían tomar los pasajeros.

 

En las redes, su imagen está a flor de piel y lo recordaron con un emotivo video mientras hacía su trabajo.