�Juniors (nombre que le puso su padre en homenaje a Boca Juniors) actualmente pasa más tiempo en su casa de Ensenada, cerca de La Plata, que en el sanatorio que lo trata por su trastorno de personalidad que lo habría llevado al homicidio.
Así lo reveló la revista Gente en su última edición, que publica fragmentos del libro de Pablo Morosi y Miguel Braillard. Uno de los pasajes del libro cuenta que hace diez años, la jueza de Bahía Blanca, Alicia Ramallo, fue la primera en hablar con Juniors, quien le dijo: ‘Mis compañeros me molestan… siempre me molestaron, desde el Jardín… Desde Séptimo Grado que pensaba en hacer algo así‘.
A partir de la mayoría de edad, el caso pasó al juzgado de Familia N° 4 de La Plata, a cargo de Silvia Mendilaharzo. Con supervisión de esta magistrada, periódicamente Juniors debe ingresar a una clínica platense para que le realicen estudios psicológicos y psiquiátricos. En tanto, los vecinos de Ensenada, en la zona cercana a Prefectura -donde presta servicios su papá, Rafael Solich, a quien su hijo le sacó el arma para cometer los crímenes- lo ven seguido por la calle. Con discreción, los vecinos cuentan que el padre pudo mantener el secreto de que viven ahí ‘pero cada vez más gente se está enterando que el hijo mató a los pibes‘. Según publican algunos medios, Juniors suele caminar por la orilla del río.
Uno de los pasajes del libro cuenta la conversación que hace diez años tuvo la jueza de Bahía Blanca, Alicia Ramallo, con Juniors. El muchacho reconoce que estaba enojado con la familia y sus compañeros, cuando la jueza le preguntó por qué los mató. La noche anterior cuenta que no durmió y que tenía escalofríos.