La situación sanitaria en Ecuador presenta dos caras muy diferentes. Intervienen en cada una, un sinfín de factores políticos, culturales y, sobre todo, económicos, que afectan la sanidad y alteran gravemente la vida cotidiana. A la fecha, el país sudamericano tiene 145 muertos por coronavirus y otros 101 decesos bajo estudio, además de más de 3.368 contagios, según la Universidad John Hopkins (Estados Unidos). El epicentro de la enfermedad es Guayaquil, que de acuerdo a los reportes oficiales, fue el que más ha engrosado el número de víctimas fatales: más de 100 fallecidos.

Mauricio Pavese se crió y formó en San Juan, provincia de la que es oriunda su madre. Es egresado de UNSJ como ingeniero Civil y trabaja activamente en diferentes obras en todo el mundo. En la década del `90, vivió casi 5 años en Suiza, donde conoció a su esposa –de nacionalidad ecuatoriana- y con la que posteriormente tuvo una hija que también nació en aquel país. Actualmente, vive en una zona residencial al norte de Quito con su familia, y está afincado en la sociedad ecuatoriana. Contó a DIARIO DE CUYO cómo son los días en Ecuador ante el caos que arribó junto al Covid-19.

“Lo primero que hay que distinguir es que Quito es el centro del poder político, mientras Guayaquil tiene el poder económico y es mucho más grande”, empezó a explicar Pavese.

“Guayaquil –donde se registró el primer caso, y localidad que tiene a su alcaldesa infectada- tiene millones de habitantes -2.291, según el último censo- a diferencia de Quito: 1.619 millones, por lo que la vida misma es diferente”, continuó. “Guayaquil es cálido, tiene grandes zonas de pobreza y precariedad y la gente puede llegar a construirse una vivienda con lo mínimo", detalló, y comparó con su ciudad: “En Quito hay una cultura de montaña, y mucho más urbana”.

Las imágenes que recorren el mundo son estremecedoras: hospitales destruidos, sobrepasados de gente, médicos que no llegan a responder a todos los casos, personas que mueren y son trasladadas –arrastradas- por sus familiares hasta sus casas, donde esperan días a que los recojan los servicios estatales. Sin embargo, esa ilustración corresponde a Guayaquil y no a la totalidad de la sociedad ecuatoriana.

Pavese intentó darle una respuesta a la situación en esa región y señaló como principal problema de la propagación del virus a la desorganización y, nuevamente, a la pobreza.

En Ecuador, el sistema de salud está compuesto por tres partes: el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social, los hospitales públicos, y las clínicas privadas. Pavese especificó que quienes son los usuarios de esas instituciones.

Las clínicas son de aquellos que pueden pagarlas, personas con trabajo que les deja un resto suficiente para costear tratamientos y atenciones privadas (una minoría); el IESS está previsto para los trabajadores en relación de dependencia que pagan la cuota mensual, o para los autónomos que, de manera voluntaria aportan mes a mes. Queda la salud estrictamente pública, la más usada, principalmente por desocupados e informales. Esta última parte es la que no llega a rendir lo suficiente.

“Acá hay enfermedades como el dengue y la fiebre tifoidea, el sistema público ya estaba ocupado en eso, y con la novedad del coronavirus, colapsó”, apuntó el sanjuanino.

Muchas de las imágenes tomadas por los medios internacionales provienen de dependencias de primeros auxilio atiborradas en un Guayaquil herido. No obstante, la peor parte se la llevó el sistema funerario, que no da a basto. Es por eso que los muertos esperan días en sus viviendas. En un principio, las autoridades barajaron la posibilidad de una fosa común, pero los guayaquileños se opusieron fuertemente. Por lo que, hasta el momento, no hay una solución en vista, salvo reforzar los traslados de los cadáveres.

Al imbricado panorama de la ciudad portuaria, contrasta Quito. “Sí hubo una explosión de gente en los supermercados los primeros días –luego de la llegada del coronavirus-, faltó papel higiénico, pero después se normalizó”, refirió Pavese. Pero la vida es remotamente distinta –“acá se cumple casi en la totalidad la cuarentena”- y los quiteños acatan las medidas tomadas por el gobierno nacional; varias similares a las decretadas en la Argentina.

Ecuador cerró sus fronteras, aplicó el confinamiento obligatorio, ordenó el toque de queda desde las 14, y disminuyó la circulación de automóviles: sólo pueden transitar dos veces por semana de acuerdo al número de matrícula –“a mí me toca martes y sábado”, comentó Mauricio.

Una parte importante de la psicosis que hay en algunas zonas de Ecuador, el profesional sanjuanino lo atribuye a las fake news; el otro virus al que el mundo no se acostumbra. Todos los días, videos, fotos y audios golpean a la ciudadanía con información no verificada que en varias ocasiones resulta completamente falsa o tergiversada.

Lo importante, recalcó incansablemente Pavese, es que se de cuenta de que no todo Ecuador está en llamas.

A pesar de la tranquilidad del argentino, las cifras de muertos, siempre creciente, alarma al gobierno de Lenin Moreno, que dijo ayer jueves que "los números se quedan cortos" y le imploró a los ecuatorianos que no minimicen la gravedad de la crisis". Pero llevó la calma para las familias guayaquileñas que tienen a parientes muertos en las calles, ya que comunicó que las autoridades habían recolectado los cadáveres de unas 300 personas.

Los organismos de gobierno de Ecuador son poco confiables para su ciudadanía debido a la profunda crisis política y a la "grieta" entre el presidente en funciones y el exmandatario Rafael Correa, quien está en el exilio en Bélgica. Por lo que Moreno enfatizó que ha ordenado que toda la información sea pública y transparente, "por dolorosa que esta sea".