La logística fue impresionante. Desde el análisis del terreno por cartas satelitales, hasta la cantidad de combustible y las reservas que colocaron en puntos estratégicos. No faltaron los repuestos de las motos, ni siquiera una gomería portátil. Pero se olvidaron de un pequeño detalle: no llevaron una plaqueta que recordara la travesía. Por eso, en el momento de mayor felicidad, al llegar al límite entre Argentina y Chile, a alguien se le ocurrió tomar un trozo de madera tirado y, con birome, dejar sentada la hazaña. "Los tres 1ros. enduristas en realizar el cruce sanmartiniano en moto. 26-1-11. Lozano, Osvaldo (Flaco); López, Alberto (Caballo loco); Alvarez, Daniel (Negro)", decía la humilde placa, que quedó entre las de mármol y las de bronce en el monumento donde cada año finalizan las expediciones gubernamentales. Lozano (42), López (40) y Alvarez (48) son sanjuaninos y se convirtieron, justamente, en las primeras personas en hacer el Cruce Sanmartiniano en moto.
Los enduristas ya tienen varias aventuras en la cordillera, como llegar en moto al lugar donde cayó el avión de los rugbiers uruguayos, en 2006; cruzar a Chile por Calderón, en Calingasta, hace cuatro años; o acceder al Volcán Corona del Inca, a 5.800 metros, en 2007.
La idea de copiar la ruta sanmartiniana venía desde hace en un tiempo en la cabeza de Osvaldo Lozano. Pero les habían dicho que el camino presentaba demasiadas complicaciones como para enfrentarlo en moto. "Pero somos medio tercos y si es difícil, nos gusta más. No me costó convencer a Alberto y Daniel y empezamos a preparar el viaje", contó Osvaldo.
Entonces, primero reconocieron una parte del terreno, hablaron con baqueanos y analizaron cartas satelitales para calcular el consumo de combustible. Así, determinaron que iban a necesitar 19 litros cada uno, que fueron distribuyendo en el camino (por cada carga de 3 litros, escondían en el mismo lugar 3 litros más, que les aseguraba recorrer la misma cantidad de kilómetros a la vuelta; además de alivianarles peso). Llevaron comida, repuestos de moto, herramientas y hasta un botiquín de primeros auxilios.
"Es una travesía hermosa, pero no para cualquiera. Es necesario tener mucha experiencia en la moto, un buen estado físico para soportar tanta piedra y no tener vértigo, porque manejamos con muchos precipicios al costado y sobre filos muy delgados. El Espinacito (a 4.825 metros de altura) y La Honda (a 4.200 metros, con una pronunciada pendiente) fueron tremendos, lo más difícil que nos tocó vivir", contó Lozano. Y fue en ambas huellas donde más al límite estuvieron, avanzando en primera y segunda marcha al borde de los precipicios, cayéndose y hasta llevando sus motos al costado.
El resto, pese a otros tramos que requirieron pericia y fuerza, fue un disfrute para los enduristas, que comenzaron la travesía el lunes 24 de enero y en la primera etapa llegaron a Trincheras del Soler. Al día siguiente arribaron a Patos Sur y el 26 de enero alcanzaron el límite internacional, en Valle Hermoso. Esa misma jornada emprendieron el regreso, para terminar su espectacular aventura en Alvarez Condarco, desde donde habían partido, el 28 de enero.