Las cábalas Los sanjuaninos contaron que tenían como ritual llevar siempre dentro de la Montero el bolso con las carpas donde dormían a la noche. Lo otro que no podía faltar era darle tres golpes con la palma de la mano al techo antes de comenzar una etapa. “Lo hago desde que empecé a correr”, remarcó Lino. En familia En las dos camionetas de auxilio que los acompañaron a los Sisterna, iban los hijos de Lino y siempre fueron claves para ayudarlos a reparar la camioneta. Otro familiar que estuvo vinculado al Dakar, aunque en su función de Director Médico del Dakar en San Juan, fue el primo hermano de Lino, Mariano. Nunca jamás Lino también comentó que en su vida pensó que iba a correr un Dakar por el alto costo económico. “Se me ocurrió cuando fuimos a la conferencia de presentación en la provincia y se lo dije al gobernador. Él me dijo que bueno, pero que me buscara los sponsors”, contó el piloto. A descansar Después de lo extenuante de la prueba, papá Sisterna dijo “ahora es el momento de descansar. Nos vamos a tomar unos días de relajación fuera de la provincia. Y después volveremos a la rutina de siempre, que casi siempre aburre, pero después del Dakar es lo que más busco”.
