La historia enseña que Sarmiento fue político, educador, escritor, periodista, sociólogo, militar, y es así, pero también se dice que le gustaban mucho las mujeres. Martín Cagliani, antropólogo e historiador, cuenta que el mismo Sarmiento dijo "en París compré una copia de la Venus de Milo, en cuya base puse esta inscripción: A la grata memoria de las mujeres que me amaron y me ayudaron en la lucha por la existencia", y agregó "hay las mujeres de la Biblia, hay las mujeres de Shakespeare, hay las de Goethe. ¿Por qué no he de tener mí las mujeres de Sarmiento?".
Aquí algunos de los hechos que lo marcan como tal, narrados por Cagliani.
* Su vida amorosa comienza con una joven de 20 años llamada Jesús del Canto, una una chilena que conoce durante el exilio de Sarmiento en Chile en 1831. El era tan joven como ella. Ese amor fugaz deja una hija. No se casaron, pero Sarmiento reconoce a la niña y la bautiza Faustina, luego la envía a San Juan para que su madre, doña Paula Albarracín, y sus hermanas la educaran. Aparentemente la madre de la niña desaparece de la vida de Sarmiento, pero su hija sigue con él durante la vida. Junto a ella y sus nietos pasa sus últimos días de vida en el Paraguay.
* A fines de 1845 parte desde Chile a Europa, Estados Unidos y Africa. Luego de casi tres años vuelve a Valparaíso. Antes de su viaje, pasaba sus días en la casa de Benita Martínez de Pastoriza, una joven señora casada con un hombre mucho mayor que ella, llamado Castro Calvo. Benita tuvo un hijo con este hombre, aunque muchos piensan que Sarmiento era su verdadero padre. Sarmiento volvió el 24 de febrero de 1848 y el 19 de mayo se casa con Benita, adoptando al chico (de 3 años) y dándole su apellido. Así pasa a llamarse Domingo Fidel Sarmiento. Benita era inteligente y hermosa, pero demasiado celosa. Esos celos llevan el matrimonio al fracaso.
* En 1855, Sarmiento vuelve al país, y a un nuevo amor. A su nueva enamorada ya la había conocido en 1840, en Montevideo, ella entonces tenía nueve años y se llamaba Aurelia Vélez Sarsfield, hija de Dalmácio Vélez Sarsfield. La volvió a ver, ya adolescente, después de la batalla de Caseros (1852). Pero en su vuelta a Buenos Aires la encontró hermosa, inteligente, escritora y también política. Era el tipo ideal de mujer para Sarmiento, aunque estaba casada.
Durante las noches, acude a las tertulias en casa de los Vélez Sarsfield. Su mujer mientras tanto estaba en Chile con Dominguito, pero en 1857 se impacienta y parte a Buenos Aires en busca de su amado. A Sarmiento se le viene abajo el ambiente ideal.
* Sarmiento parte a San Juan como gobernador. Durante su gobierno, escribe cartas a su esposa, a Dominguito y a su amada Aurelia, pero una las cartas de amor destinadas a ella cae en manos de Dominguito quien pone en conocimiento a su madre. Ellos se separan luego de 14 años de matrimonio. También se entera de que Benita lo engañaba con otro y que estaba embarazada.
* Luego de dos años de gobierno en San Juan, viaja a Estados Unidos como embajador. Seguía enamorado de Aurelia, pero esto no le impidió tener un romance con su profesora de ingles, una señora jovencita a la que le llevaba 30 años. Como no podía ser de otra manera, ella estaba casada, con un médico. Su aventura con Ida Wickersham duró mucho tiempo, siguió por carta, luego que él retornara al país, en 1868, elegido presidente de la República. Divorciada de su marido, Ida le pide que la traiga con el grupo de maestras norteamericanas. Le escribe cartas de amor hasta 1881, estaba profundamente enamorada, pero Sarmiento amaba a otra, Aurelia Vélez Sársfield.
* A los 77 años le escribe a Aurelia, "Venga al Paraguay y juntemos nuestros desencantos para ver sonriendo pasar la vida. Venga pues a la fiesta donde tendremos ríos espléndidos, el Chaco incendiado, música, bullicio y animación. Venga, que no sabe la bella durmiente lo que se pierde de su príncipe encantado." Aurelia parte al Paraguay, pero no alcanza a verlo con vida. En la madrugada del 11 de septiembre de 1888, le pide a su nieto que lo siente en la cama para ver el amanecer, el último que vería.