"Vamos Lucho, vos te venís con nosotros", le dijo uno de los alumnos de Primero Quinta a Luis, que acababa de salir del curso contiguo. El chico aceptó de inmediato la propuesta y siguió al grupo hasta el patio para jugar un partido a la pelota. A primera vista, esta pudo ser una escena común que se da en los recreos de cualquier escuela. Pero la situación fue distinta porque Luis tiene Síndrome de Down y está estudiando en la Escuela Industrial Sarmiento, de la UNSJ, al igual que 9 chicos más que poseen la misma discapacidad. Esta iniciativa de integración de adolescentes que tienen un retraso mental a una escuela con perfil técnico no tiene antecedentes en toda la provincia.
Aunque hace pocos días que los chicos con Síndrome de Down están yendo a esta escuela, ya se adaptaron al lugar como si hubiesen estudiado allí durante años. Mientras los alumnos de la Industrial los integraron sin inconvenientes, los docentes involucrados en el proyecto dijeron que aunque el proceso recién empieza, los resultados son mejores de lo que esperaban.
Así, los 10 nuevos alumnos se mueven entre los 1.300 estudiantes de secundaria como pez en el agua. Aunque todavía no comparten el aula ni tienen todas las materias en común, se reúnen en el recreo, en las clases de Educación Física, en Música y hasta en las reuniones del Centro de Estudiantes. Es usual ver a Camila, una de las chicas Down, sentada en el patio hablando con un grupo de alumnas de Tercer año. Mientras que Mauricio y Luis juegan al fútbol en el playón de la escuela con los estudiantes más grandes.
El proceso de integración comenzó este año, después de que la Escuela de Educación Especial Aleluya firmara un convenio con la Industrial Sarmiento. La idea es seguir integrando chicos con otro tipo de discapacidades, según dijo Alfredo Cortez, regente de la institución preuniversitaria, y que está encargado de coordinar el programa.
Las personas que tienen Síndrome de Down pueden desarrollar todo su potencial de aprendizaje y seguir los mismos pasos de desarrollo que el resto de los chicos, pero lo hacen más lentamente. Es por eso que la integración la están realizando con la asistencia de docentes auxiliares que pertenecen a la escuela Aleluya. Ellos son los encargados de dirigir el proceso de aprendizaje, de adecuar los temas y de asistir a los chicos cuando empiecen a compartir el aula con el resto de los estudiantes. Es que en esta primera etapa están separados de curso para que la integración no sea tan brusca. A fines de mes comenzarán a insertarse al Primer año de la Escuela Industrial.
"Lo importante es que aprendan a compartir un espacio con gente que es distinta a ellos. Además es esencial que tengan el mismo derecho que el resto de los chicos de asistir a una escuela secundaria y pública. Aún cuando ellos necesitan más apoyo y la adecuación de algunos temas a la hora de aprender", dijo Pablo Atencio, uno de los docentes de la escuela Aleluya que forman parte del proyecto de integración. La otra docente es Laura Oro.
Más allá de la adquisición de conocimiento formal, los chicos ya empezaron a adquirir conductas típicas de los adolescentes que van a esta escuela. Por ejemplo, no dudaron ni un instante en cambiar el guardapolvo por la remera con el logo de la Industrial. Y las chicas empezaron a copiar hasta el peinado de sus compañeras. Los alumnos integrados tienen entre 14 y 18 años. Se trata de chicos que tienen un determinado perfil y que fueron evaluados previamente a la integración.
"La integración es posible sólo si hay buena voluntad. Lo demás, lo estamos aprendiendo sobre la marcha porque no sabemos cómo hacerlo. En esta prueba piloto buscamos alumnos que no tuvieran problemas para adaptarse y que pudieran movilizarse de manera independiente dentro de un edificio tan grande como es la Industrial", dijo Pablo Atencio.
La propuesta fue bien aceptada por el plantel docente de la Industrial. Ya hay profesores que ofrecieron sus materias para integrar a los chicos. "Esto es movilizador y creo que vamos a aprender todos. No sólo será bueno para los chicos que vienen a integrarse", dijo Mabel Gómez, profesora de Formación Ética de Primer año.
