Giselle no se acuerda de nada. Sólo la fractura en la cervical le recuerda que estuvo a punto de perder la vida en el accidente del pasado 22 de marzo, cuando regresaba a Rodeo con sus compañeros de un campamento solidario en San Juan. Sigue con tratamiento médico y psicológico. Aún así quiso participar de una charla sin precedentes. Por primera vez los sobrevivientes de la tragedia se reunieron, y con DIARIO DE CUYO, para hablar de aquel fatídico día en el que la combi que los trasladaba de Pocito a Iglesia volcó, causando la muerte de tres de sus compañeros y amigos.
La charla ocurrió en la Escuela Agrotécnica Cornelio Saavedra, de Rodeo, donde después de un par de meses de recuperación, estos estudiantes retomaron la actividad escolar.
La sala de profesores, mate de por medio, fue el lugar de la cita. A la charla concurrieron diez de los once estudiantes que sobrevivieron al accidente ocurrido en Rodeo el 22 de marzo pasado (faltó Vanina, que continúa internada en Buenos Aires, donde es atendida por una lesión cerebral severa).
Antes de comenzar, DIARIO DE CUYO les explicó que no estaban obligados a hablar del accidente ni de sus casos particulares si esto les provocaba tristeza o angustia. Y que la charla podría acotarse a cómo fue el regreso a clase. Pero todos dijeron que estaban dispuestos a hablar de "aquel día" porque los ayudaría a asumir lo que les pasó.
Luego de unos instantes de silencio, Mariano fue el primero en iniciar el diálogo. Dijo que no tenía miedo de hablar o de saber más del accidente. Y que por eso, cuando hace cinco días instalaron Internet en la escuela, lo primero que hizo fue buscar las notas que publicó DIARIO DE CUYO sobre este tema. "Yo sólo tuve algunos cortes y golpes -sostuvo-. Es por eso que con Daiana y Cristian, que también podían moverse, nos fuimos caminando y haciendo dedo hasta llegar al hospital de Rodeo. Las ambulancias y autos particulares no alcanzaban para auxiliar a todos".
El resto de los chicos escuchaba el relato en silencio y con mucha atención, esperando su turno para hablar. Y contar lo vivido aquella noche. "Fue desesperante -dijo Leonela, mientras se acomodaba el jopo para tapar la cicatriz que le atraviesa la frente-. Yo quedé atrapada dentro de la combi y perdía muchísima sangre y no sabía de dónde. Cuando pude reaccionar me di cuenta de que se me había levantado el cuero cabelludo desde la frente hacia atrás. Pero lo que más me dolió fue no poder ayudar a mi amiga Paula", una de las chicas fallecidas.
Maricel lamenta lo mismo. Ella salió despedida del vehículo y sufrió fracturas múltiples por el golpe. Igual, como pudo, se arrastró hasta donde estaba Paula. "La quería despertar pero no respondía -recordó Maricel-. Cristian me dijo que la dejara tranquila, que ya no podíamos hacer nada por ella. Entonces le pedí que por lo menos la tapara porque hacía mucho frío".
Rita fue la última de los sobrevivientes al accidente en reincorporarse a la escuela. La recuperación de la cirugía de cabeza fue rápida. No así la de las quebraduras de su brazo izquierdo, que aún no puede dominar por completo. Fue una de la que más atención prestó a la charla. Sobre todo cuando los demás hablaban de Paula. "Ella estuvo conmigo después de muerta -contó a sus compañeros, que la miraron sorprendidos-. Los primeros días que estuve internada en terapia intensiva la veía al lado de la cama y haciéndome cosquillas. Me hacía reir. Yo le decía a mi mamá que le dijera que parara porque me dolía todo. A los cinco días del accidente una psicóloga me dijo que Paula había muerto la misma noche de la tragedia. Creo que ella quería asegurarse de que yo estaba bien antes de irse".
El silencio volvió a la sala de profesores. Y Mariano fue nuevamente el encargado de retomar la charla. "Yo quiero ver cómo quedó la combi -sostuvo, como pensando en voz alta-. Creo que con eso voy a poder asumir realmente lo que nos pasó. Y sentir que es un milagro que estemos con vida".
Los demás chicos, con gestos, aprobaron las declaraciones de Mariano. Aunque confesaron que todavía no pueden superar la muerte de Paula, Cristian y Celia. De todos modos se confesaron convencidos de que hay que seguir adelante. De ponerse las pilas con la escuela para graduarse a fin de año. Y hacer el viaje de estudio, a pesar del miedo y preocupación de sus padres. "Lo que pasó en marzo no fue culpa de nosotros -dijo Daiana-. Fue un accidente, y no creo que Dios nos haga pasar otra vez por lo mismo".

