Algunos recurren a las máscaras para llamar la atención. Otros ponen todas sus fichas a la preparación del chimichurri. También están los que llevan desde las mesas hasta las sillas para que el cliente esté más cómodo. Estas son algunas de las estrategias que utilizan los choripaneros para atraer comensales en las noches de carnaval. Tienen carros que recorren toda la provincia a la pesca de alguna festividad propicia para vender choripanes. En la mayoría de los casos son emprendimientos familiares y dicen que la mejor época del año es cuando se realizan los carnavales en los distintos departamentos sanjuaninos.

A Juan Carlos Frías sólo le basta con colocar una mesa plegable y una parrilla portátil para ganarse el pan. Y justamente es la calidad del pan lo que dice que atrae a la clientela. "Busco el mejor producto, el más blando y fácil de digerir para que comer un chori no se transforme en una odisea", cuenta el hombre que vive en La Bebida y se dedica al rubro desde hace tres años. Pero no lo hace solo ya que Carina Gómez, su esposa, lo ayuda en la tarea. Carina es la que se encarga de preparar el tomate y la lechuga que lleva el chori, pero confiesa que el secreto está en el chimichurri. "Nuestros choripanes se diferencian por el sabor. El toque se lo da la mostaza que le pongo al condimento", dice la mujer. Al carro lo bautizaron como "Chori Dakar", porque además de recorrer los carnavales, se apuestan en los sitios por donde suele pasar el Dakar en la provincia. Así, por cinco pesos, se puede degustar un buen chori, lleno de amor y buena onda, según afirma Carina.

Ramona Balcarse y su hijo José Sosa hace 15 años que se dedican a vender choripanes durante los carnavales. Dicen que también recorren las fiestas patronales y otros eventos, pero que es en verano cuando mejor les va. Ellos apuestan a la comodidad del cliente. Es por eso que cada vez que se mueven, lo hacen con una carpa a cuestas, varias sillas y algunas mesas. Sin embargo, Ramona dice que el secreto está en asar los chorizos a las llamas. Así, como un ritual, la mujer hace las compras un día antes de cada fiesta, y llegan al lugar al menos tres horas antes que comience el movimiento. "Nos gusta hacer los chorizos con tiempo para que salgan bien cocidos y no se pasen de punto. Ya somos famosos en los carnavales", cuenta Ramona, que trabaja junto a sus hijos y a sus nueras. Todos viven en Chimbas.

Armar la agenda con tiempo, para ver cuál es la fiesta que conviene más, es la técnica a la que recurre Marcelo Pereira. Hace 16 años que, junto a su esposa, se dedica a la venta de choripanes. "La comida siempre se vende y los carnavales son propicios para vender mucho", cuenta Marcelo, quien asegura que los mejores lugares para el negocio son Albardón y Pocito.