En agosto del año pasado, el Gobierno decidió estatizar las transmisiones televisivas de fútbol, en lo que denominó “Fútbol para todos”, pagando a la Asociación de Fútbol Argentina (AFA) derechos que en su momento se estimaron en unos $600 millones anuales. La noticia cayó como un balde de agua fría porque al que le estaba sacando de las manos tamaño negocio era ni más ni menos que a su enemigo público número 1: El Grupo Clarín. En un principio, el Gobierno afirmó que la medida no tendría costos porque, como hacían los emisores privados, obtendría ingresos mediante la publicidad y venta de derechos de emisión. Sin embargo, en marzo de 2010 decidió retirar los avisos privados para ocupar todo el espacio en publicidad oficialista, donde en ese marco se inscribe ahora la publicidad que se hará de los principales productos vitivinícolas de San Juan. Pero al mismo tiempo, sólo dejó que la firma Iveco (de camiones y utilitarios) auspiciara el Torneo Clausura. La medida restrictiva y polémica derivó en que el Consejo Argentino de la Publicidad pusiera el grito en el cielo al igual que las grandes corporaciones que ven en el fútbol la mejor y más efectiva forma de canalizar la publicidad de sus marcas. Sólo la primera temporada del Fútbol para Todos costó $645.641.414,60 y la producción de las transmisiones insumió $45.641.414,60, mientras que los $ 600 millones restantes corresponden a los derechos de televisación. Durante el anuncio del acuerdo con la AFA se habló del excedente que dejaría la comercialización de las emisiones, pero la publicidad oficial se transformó en el principal sostén, a tal punto que la Presidencia de la Nación fue el principal anunciante. El Estado destinó algo más de $200 millones en publicidad oficial para los partidos de fútbol y los anunciantes privados apenas invirtieron $36,142 millones. Entonces, si la publicidad oficial es tomada como un ingreso del Fútbol para Todos, la primera temporada arrojaría un déficit de $409.349.991,60 y el rojo en las cuentas se agravó aún más desde la séptima fecha del Clausura, cuando por decisión del Gobierno las transmisiones dejaron de tener anunciantes privados. “El beneficio que reportaba era nada y perdíamos la mitad de los segundos”, esgrimió en la oportunidad el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández.
