San Juan es el epicentro de disertantes y asistentes de todo el mundo. Cada uno de ellos carga con su idioma. Si bien el eco de los múltiples idiomas que invadieron las calles de la provincia es pintoresco, a la hora de poder comunicar un mensaje tan importante como el que tienen los disertantes, se torna una misión complicada para que llegue a destino con claridad. Este caos idiomático que se asemeja al pasaje bíblico de la Torre de Babel en el que se cuenta cómo Dios hizo que los hombres hablaran diferentes idiomas para que no pudieran entenderse y así dejaran de construir una torre altísima, tiene un plantel de descifradores que juegan un rol importantísimo dentro del V Congreso Mundial de los Derechos de la Niñez y la Adolescencia. Ellos son los intérpretes, más conocidos como traductores simultáneos que al instante acercan el mensaje a la persona que tiene el interés de recibirlo.

Estos profesionales tienen un papel preponderante para todos los asistentes, pero sus lugares de trabajo se ubican al final de las salas y casi en penumbras. Desde allí comunican el mensaje que el disertante intenta llevar a la audiencia. Este despliegue es algo nunca visto en San Juan por la cantidad de gente que se tuvo que contratar.

INTERPRETACIÓN

Para que estas voces realicen un buen trabajo se necesita una cabina aislada de los ruidos exteriores y un micrófono para poder traducir lo que dicen los disertantes. Además es muy necesario para completar el ciclo que los asistentes tengan su aparato receptor con sus auriculares para recepcionar las voces de estas personas. Todo esto es una gran novedad para los sanjuaninos que por primera vez pueden observar esta práctica.

Para poder cumplir con todas las conferencias en las distintas sedes del congreso, se tuvo que contratar intérpretes de Buenos Aires y Mendoza, además de profesionales locales. Entre todos suman 24 que se van rotando según la necesidad o la fatiga de los profesionales.

En cada una de las sedes hay cuatro cabinas de dimensiones reducidas y que sólo tienen una silla y un micrófono. Este espacio está aislado del resto y al final de la sala. Desde ahí, se traducen cuatro idiomas distintos (español, inglés, francés y portugués) para todas las personas que tienen el receptor y sus auriculares.

El receptor es entregado por una voluntaria que se ubica en la antesala de cada sede y además de entregarlo le da indicaciones a la persona de cómo poder usarlo correctamente. En cada sala hay un sector destinado para que se ubiquen las personas con los aparatitos, ya que lo que porta la gente es el receptor de una señal de radiofrecuencia que tiene pocos metros de alcance y su cobertura es acotada. Este despliegue es obligatorio en cada uno de los congresos que impulsa la ONU.