Negros, marroncitos, cola cortada o sordos. Ellos son famosos en el centro y sus alrededores, a tal punto que son los amos de los lugares públicos. Son los perros callejeros que se ganaron reconocimiento por el sólo hecho de haber adoptado un espacio muy concurrido durante varios años. Ahí están el Yabrán y la Potra, en la Terminal de Omnibus; el Zurdo, en Tucumán y Laprida; el Rengo, un vagabundo que se enoja con los militares y policías en la Avenida Central; o la famosa Gringa, una perra sorda que andaba por la plaza 25 y que tiene una historia de misterio. En el Día Nacional del Perro que, como hoy, se festeja cada 2 de junio, acá va un pequeño homenaje a estos callejeros que son dueños de todo, pero a la vez de nada.

El Yabrán y la Potra viven en la Terminal de Omnibus. Los alimenta una mujer que se llama Silvia, una porteña solitaria que pasa sus días en la estación. Según cuenta, el negrito Yabrán ya estaba en la Terminal cuando ella se instaló allí, en 2005, y era un cachorrito. Le dijeron que su nombre era Yabrán y como nunca le importó el porqué, Silvia lo siguió llamando así. El negrito tiene ojos tristes, cola cortada y problemas de cadera, pero la mujer dice que la cuida sin condiciones.

La Potra, una perra entrada en años de color marrón, en realidad estaba en el hospital Rawson y Silvia la conoció cuando el animal trataba de evitar que maltrataran a sus crías. "Era una madraza, pero me partía el alma ver cómo la gente le pegaba a sus perritos. Ya le decían Potra y un día, de tanta impotencia, la llevé donde esterilizan gratis a las perras. Cuando la traje al hospital de nuevo, no se quiso quedar, me siguió y desde entonces está conmigo”, apuntó Silvia.

El Rengo anda siempre por la Avenida Central y ganó popularidad en el desfile por el Día del Ejército del año pasado, por su fobia a los militares. Aquella vez, le ladró y le largó tarascones a cada soldado y movilidad militar que participó de la marcha. Mientras iba y venía corriendo con una de sus patas colgando, el Rengo fue aplaudido por los niños, se ganó los flashes de las cámaras y hasta una nota en el diario.

El Zurdo es un perro de color negro que desde hace años se echa en Tucumán y Laprida, y es el regalón de Martiniano y Antonio Flores, dos hermanos que atienden el puesto de venta de praliné en esa esquina. El nombre del animal llama la atención, pero Antonio aclara: "Se lo pusimos por un amigo nuestro, que tiene ese apodo y que siempre le hacía cariño. Y quedó nomás”, dijo. El Zurdo nunca está solo y anda acompañado por un par de perros. Duerme en la cuneta de la esquina y recibe comida de los Flores y de una señora que vive en la planta alta de un conocido comercio de electrodomésticos de la Peatonal, contaron los vendedores.

La Gringa era una de las más conocidas de los perros callejeros. Era sorda y por eso no le asustaban los petardos de las manifestaciones. De color pardo amarillenta, la perra estaba siempre en la plaza 25. Pero desde hace un tiempo que no se la ve. Los lustrabotas de la Peatonal Rivadavia contaron que un día, un hombre la subió a una camioneta y se la llevó a la Difunta Correa, sin que se conociera los motivos. Ahora bien, hay una perra muy parecida que merodea la Catedral, pero para los que conocieron a la Gringa, sólo es un animal parecido. Para ellos, a la famosa Gringa la envolvió el misterio y desapareció.