San Juan, 31 de enero.-El grupo de expedicionarios que encabeza el gobernador José Luís Gioja, ya está a un paso del límite internacional junto a una comitiva de funcionarios chilenos, el embajador de Canadá, diputados, intendentes empresarios y periodistas.

En el segundo día de tránsito a lomo de mula por la cordillera, que resultó ser mas cansador de lo que parecía, con nueve horas de marcha casi sin parar, el cansancio se hizo sentir en el físico de los expedicionarios que llegaron pasadas las seis y media de la tarde al Refugio Sardina en el Valle de los Patos Sur.

Cansados y adoloridos, los integrantes de la comitiva civil llegaron con el mejor de los ánimos y sorprendidos por la belleza del camino.
Durante la segunda jornada de marcha, primero el frío y luego el intenso calor y un sol abrasador, acompañaron a los voluntarios montados que vienen a la Cordillera a homenajear al general San Martín por la gesta libertadora que protagonizó en 1817.

La partida desde Trincheras de Soler, se produjo a las 8 de la mañana, después de una aciaga noche en la que todos sintieron el rigor del clima con temperaturas bajo cero y fuerte viento.

Después de un emotivo izamiento del pabellón nacional que estuvo a cargo de un periodista de América Noticias y otro de la provincia de Tucumán, la caracavana partió montada por la Quebrada de la Fría con rumbo a la cordillera de El Espinacito, el punto mas alto por el que pasó el grupo de 48 civiles y 28 gendarmes encabezados por el gobernador José Luís Gioja.

En la cumbre del cerro a 4.700 metros de altura sobre el nivel del mar los expedicionarios vieron juntos al Aconcagua y al Mercedario

Varias horas más de marcha con sólo una detención para almorzar en las Vegas de Gallardo siguieron después, para llegar al Valle de Los Patos, que luce con menos agua que en otras oportunidades, pero con la misma belleza inconmensurable.

En el Refugio Sardina los efectivos del Ejército apostados al costado del rio desde el día anterior, salieron de sus carpas para saludar y brindar la bienvenida, lo que era contestado efusivamente por los cansados expedicionarios.

Las horas que siguieron, fueron de descanso mientras en la cocina se preparaba un guiso de lentejas para la primera noche en el refugio.