Tras un relevamiento realizado por este diario en 10 kioscos capitalinos, en 9 de ellos aseguraron no haber sido controlados nunca por la venta de medicamentos que practican, pese a que está prohibida en estos lugares por ordenanza desde noviembre del año pasado. Sólo 1 kiosquero admitió haber sido visitado por un inspector que le informó sobre la norma pero que "después no volvió para hacer control", comentó. Como resultado, los kiosqueros siguen vendiendo medicamentos que van, por ejemplo, desde los analgésicos de venta libre hasta, incluso, antibióticos que requieren receta médica. Por su parte, el encargado del área Inspecciones Municipales de Capital, Rogelio Cerdera, aseguró que los controles sí se están haciendo y que también se hacen las multas correspondientes, aunque ni él ni en en el Juzgado de Faltas municipal pudieron precisar cuántas llevan labradas por ese motivo.

Según Cerdera, apuntan "fundamentalmente a los 174 kioscos que son de concesión municipal -ubicados en espacios públicos como veredas y plazas-. A los privados los controlamos desde el área Comercio y, en todos, no sólo tenemos en cuenta que no vendan medicamentos sino también que estén habilitados y que no vendan alcohol a menores, entre otras cosas", afirmó el funcionario. Además, agregó que tienen 30 inspectores que están en forma permanente en la calle.

Sin embargo, los kiosqueros consultados aseguraron nunca haber recibido una visita de esos inspectores ni siquiera para informarles sobre la medida. Algunos dicen que sólo venden remedios de venta libre. "La gente los pide porque no quieren ir a la farmacia a comprar una aspirina o un migral. Allí no les venden por unidad y a veces no tienen plata para comprar todo el blister o la caja entera", dijo una vendedora.

Para estos comerciantes, hay algunos puntos de la medida que deberían revisarse, como por ejemplo el de garantizar la provisión de remedios en los puntos alejados y en horarios en los que las farmacias están cerradas, que éstas no vendan golosinas y que también las controlen si piden receta médica.

La prohibición surgió de una vieja polémica según la cual la venta de medicamentos por gente que no es conocedora del tema y que no está capacitada implica un grave riesgo para la salud de la población. Los que infrinjan la ordenanza pueden llegar a pagar multas que van desde los 600 hasta los 3.000 pesos y también pueden sufrir una clausura del establecimiento, además del decomiso de los medicamentos encontrados. A pesar de ello, en los kioscos siguen vendiendo remedios de venta libre e incluso algunos que no lo son, como los antibióticos, calmantes, pastillas para la migraña, el dolor muscular y antiespasmódicos.