Se repartieron las tareas acorde a su edad y contextura física. Los varones de entre 10 y 12 años se encargaron de acarrear las champas de chepica en carretilla, mientras que los de menos edad tuvieron que bajar la carga. En tanto que las chicas fueron quienes colaboraron en la plantación del césped y de limpiar el lugar cuando finalizó la tarea. En el barrio Higueritas II, en Ullum, viven unos 100 niños, todos comprometidos en darle vida y cuidar la única plaza del lugar. La forestaron por completo y ahora dedican su tiempo libre a cuidarla y limpiarla. Incluso la defienden cuando chicos de otros barrios llegan a jugar y rompen las plantas o los columpios.
Pasaron 7 años desde la entrega del barrio y durante ese tiempo la plaza del lugar permaneció seca y desértica. Su mal estado era tal que los chicos preferían jugar en la calle, a pesar del peligro, antes que entre el pedregal y la tierra de este paseo. Tras esto surgió la idea de darle vida al lugar y transformarlo en el espacio de esparcimiento para todos. ’Decidimos reunirnos con unos vecinos para trabajar juntos en este proyecto. A todos no pareció una buena idea. Empezamos pasando el rastrillo para sacar las piedras y nos sorprendió ver cómo algunos niños se acercaron para ayudar con la tarea. Fue por eso que decidimos convocarlos a todos a arreglar la plaza, para que la sintieran como su lugar y se comprometieran a cuidarla’, dijo Ariel Tejada, de la Unión Vecinal Barrio Higueritas II.
Luego de que los adultos prepararan el terreno y compraran champas de chepica, los chicos se encargaron de plantarlas por sectores para poder extenderla por todo el terreno. Las nenas también colaboraron con esta tarea, aunque la mayor parte de su trabajo fue limpiar toda la plaza a pulmón. Con escobas y escobillones las chicas barrieron tanto los veredines de cemento como los sectores de tierra que faltaban forestar. Para terminar, tanto los varones como las mujeres, regaron con baldes todo el lugar. ’A raíz de este trabajo que hicieron los chicos y de cómo la plaza se transformó en un espacio verde y bien cuidado, el municipio se vio en el compromiso de instalar en el lugar algunos juegos para los chicos como columpios y toboganes. También mejoró la iluminación, cosas que habíamos pedido, pero que no se concretaron’, dijo Tejada.
Ahora la plaza de este barrio también cuenta con un placero que colocó el municipio para que se haga cargo de su mantenimiento, aunque eso no apartó a los chicos de su responsabilidad y compromiso. Los domingos, cuando no trabaja el placero, ellos mismos se encargan de limpiar y regar la plaza. También vigilan que los niños de otros barrios que llegan a jugar al lugar no rompan nada. Si sorprenden a alguno dañando las plantas o los juegos le avisan a un adulto para que intervenga.
