Fueron exactamente 15 minutos en los que faltaron ojos para captar tanta belleza. Las nubes entre los cerros casi rozando el imponente espejo de agua. La mole de cemento saliendo de las entrañas de las montañas. Los camiones, que al lado del monstruoso dique, parecían hormigas zigzagueando en el camino. Las lágrimas contenidas de los que por primera vez podían ver semejante espectáculo. Una obra del hombre en medio de la brutalidad de la naturaleza. Y la emoción de saber que quizás no vuelvan a ver semejante postal. Esto es lo que vivió el primer contingente de visitantes que llegó ayer por la mañana al dique Caracoles. Es la primera vez que el público puede acceder al lugar desde que empezaron a llenar el dique y cuya obra hidroeléctrica acaba de ser inaugurada por la presidenta Cristina de Kirchner. Pero no fueron los únicos. La gente, que pudo llegar en su propio vehículo hasta el dique, fue durante todo el día. Las visitas pueden realizarse también hoy desde las 9 hasta las 18. Desde EPSE dijeron que no saben si podrán volver a repetirse por la construcción del dique Punta Negra.

"No lo puedo creer. Durante 30 años hice este camino hasta Barreal, que es donde nací. Y ahora está todo cubierto de agua. Es impactante", dijo Juan Carlos Muñoz, uno de los más emocionados de este primer contingente de 17 personas. El hombre fue jefe de Bomberos y ahora está retirado. Fue con su esposa a ver el dique porque aseguró que esta puede ser la única vez que suceda. "Nunca pensé que iba a ser posible. Escuché hablar de la obra desde que sólo era un sueño. Ahora estar frente a este espejo de agua me parece mentira", dijo. Fue Mario Luna, del EPSE, el encargado de guiar a la gente y explicarle los detalles técnicos. Los visitantes tuvieron que dejar su vehículo en la entrada de la obra y desde allí fueron trasladados en movilidades del EPSE.

Las explicaciones de Luna se mezclaron con las de Alfredo Molina. Un hombre que trabaja en Caracoles desde hace dos años y medio y llevó ayer a su familia para que conociera el lugar. "Justo allí es donde comemos. Por ese camino se va a la presa", le dijo Alfredo a sus hijos y esposa mientras miraba a través de la ventanilla de la combi. "Quiero que ellos vean dónde trabajo y cómo es el lugar en el que paso la mayor parte del día. Es una forma de que mi familia esté más cerca de mí", dijo Alfredo. Otro de los empleados que trabajan en Caracoles llevó a sus padres a que conocieran el lugar.

La primera combi salió a las 10:30. Todo el recorrido duró media hora. Sólo 15 minutos pudieron bajarse de la movilidad. Fue en el paredón, desde donde se puede ver el imponente espejo de agua que tiene más de 18 kilómetros de largo. Allí se cansaron de filmar y sacar fotos. Y este fue el momento más impactante. Los camiones en plena obra se mezclaron con las visitas, al igual que los trabajadores. No sólo se trató de un regocijo paisajístico. Además se pudo ver a los obreros en plena tarea. Hubo muchas risas y expresiones de asombro.

"Hay 10,4 millones de metros cúbicos de material en todo el dique. En la presa hay 1.560 millones de litros de agua", dijo Luna a los visitantes cada vez más asombrados al escuchar las cifras. Lo que más impactó fueron las dimensiones del lugar. La gran mole de hormigón, los túneles gigantes, un monstruoso caño verde que atraviesa los cerros. Una postal que podrá verse de nuevo hoy pero no hay certeza de que se repita. Al menos mientras dure la construcción del dique Punta Negra, que está ruta abajo e impedirá el paso.