No hay vuelta que darle: cada vez que Charly García viene a San Juan, termina exorcizando malos augurios. Cómo será, que muchos esperaban un vejete hinchado y plasticoso, que durara no más de tres intentos de tema, y se encontraron con un rocker afiladísimo, entonado, memorioso, bailarín y humorista por el mismo precio. Bah, un profesional. Y ni qué decir de aquel que le calentó el escenario: Palito Ortega, un verdadero dandy pop, que ni se despeinó para poner a casi 30.000 personas en el cielo, cantar con Elvis (¡está vivo!), casi llorar con Sandro (ídem) y, en el mismo combo, romperla en la batería y ametrallar de elogios a San Juan (y de paso al gobernador Gioja).

Fue el tucumano quien logró dos cosas a la vez: llenar el predio y desentumecer al público bajo la helada de la madrugada. Con Un Muchacho Como Yo, empezó el agite. La hinchada se puso de acuerdo y con los carteles de "Palito te amamos" y "Palito bombón helado", empezaron a flamear las remeras de Say No More. Ortega devolvió gentilezas con performance de caballero: "Me gusta San Juan", dijo varias veces. "Yo quería invertir acá, humildemente, hacer unos vinitos. Está viniendo mucha gente a hacer eso", dijo, y el flechazo de orgullo dio de lleno en el ego sanjuanino.

Todo un maestro de la escena, le sacó brillo a su carrera simulando un dueto del Rock de la Cárcel con Elvis Presley. Después se sacó el saco, se arremangó, tocó la batería con Lalo Fransen al micrófono y se quebró en una canción nueva, dedicada a Sandro. Ya cuando se iba, recibió una placa-homenaje de Gioja y cerró con una estremecedora versión funk de Yo Tengo Fe.

Entonces, tras el intermedio que recayó sobre las espaldas de la sanjuanina Mikaela, apareció Charly. Con un racimo de uvas que tiró a la hinchada, como para romper el hielo. Casaca guerrillera, cara abarrotada de corticoides, panza de vida mejorada y toda su marca registrada de Say No More. Fue, vino, cantó todo, hizo chistes, desplegó acidez, tiró besos, agradeció a cada rato a San Juan. Y redobló la apuesta de su amigo (y padre de su corista) Palito: "Yo también voy a poner una bodega acá -amenazó-. Diez bodegas voy a poner. Ya hablé con la Presidenta...".

Y así andaba García de conversador, con energía en dosis calculadas con el ojo del zorro de escenario que todo lo sabe. "Estoy influenciado por Palito, por eso hablo tanto", reflexionó en un interín. Y tras haber el dejado el escenario con 15 temas (impecables, de relojito, abundantes en ese regodeo que siente Charly al reconstruir covers de sí mismo) remachados en el alma de la multitud, volvió para los bises. Y poco antes de marchar ya definitivamente de la fiesta, dejó la mejor frase de la madrugada: "Qué linda que es la muerte. Lástima que quede tan lejos...".