Se autodefinen como "la Iglesia en movimiento". Se caracterizan por tener grupos de oración. Sus oraciones son alegres porque son alabanzas y hasta le ponen música y bailan. No se trata de un movimiento formal adentro del catolicismo, pero sí una corriente que busca renovar la fe y que los creyentes se vinculen más rápido con Dios. Se trata de Renovación Carismática Católica, que en la provincia agrupa a más de 500 personas. Las misas son multitudinarias y generalmente se las asocia con rituales de sanación. El ícono de los carismáticos es el padre Darío Betancourt, que vendrá a San Juan el 16 y 17 de junio próximos.
Los carismáticos empezaron a aparecer después de 1962. La corriente nació en el Concilio Vaticano II, de la mano del Papa Juan XXIII. Los que participan de esto afirman que viven experiencias únicas y que les cambió su modo de creer en Dios. Incluso, esta vertiente del catolicismo sirve en muchas oportunidades para acercar hasta a los no creyentes. Lo que los distingue del resto de fieles es la actitud de alegría. Sus oraciones no son pedidos ni promesas, sino alabanzas. Ven la religión desde el lado de la diversión. Es por eso que las misas carismáticas suelen ser mucho más dinámicas que las convencionales porque hay instrumentos musicales y hasta bailan.
"El ritual es el mismo, es la misma celebración que cualquier misa. Lo que varía es el antes y el después. Nos reunimos a rezar cantando y así nos conectamos más rápido con Dios", dijo Federico Páez, integrante de la Renovación Carismática Católica en la provincia. "No somos una secta ni hacemos cosas raras. Sólo creemos que Dios está vivo y que hay que vivir la vida con alegría", agregó.
En toda la provincia hay unos 40 grupos de oración que reúnen a más de 500 personas y que se autodenominan carismáticos. Reciben la ayuda espiritual de dos sacerdotes, Víctor Hugo Gallardo y José Ortega. Las misas carismáticas se hacen en distintas parroquias, una vez por mes. La más popular es la que se hace en el Colegio Santa Rosa de Lima, los segundos lunes de cada mes.
La Renovación Carismática no es un movimiento adentro de la Iglesia Católica, como lo es la Acción Católica. "Es una corriente de gracia que transforma la Iglesia y puede darse en cualquier grupo católico y en cualquier estrato social", dijo Federico. Carisma significa regalo o don. Los carismáticos dicen que no todas las personas se sienten cómodas con esta manera de llegar a Dios, pero que son cada vez más. "Muchos no se acercan a la Iglesia porque es aburrida. Nosotros les mostramos la otra cara", dijo Federico. La renovación carismática, al no tener estatutos, no tiene superiores, sino dirigentes, llamados también servidores, sin autoridad jurídica pero siempre sujetos a la autoridad del Arzobispado.
"La experiencia es única y no hay vuelta atrás. La conexión que se entabla con Dios es directa y desde la alegría, más allá de que tengamos dificultades", dijo Lucy Avelín, otra carismática. Es como un atajo para acercarse a la fe mediante un contacto emocional a través del canto y del baile.
Cuando se habla de misas carismáticas, o padres carismáticos, inmediatamente se los asocia con la sanación. "No hay curas sanadores. El que sana es Dios. Lo que sucede es que hay personas que sirven mejor de nexo para la comunicación con él", aseguró Federico. "Tomamos la religión desde lo positivo. La energía positiva y la alegría influyen en nuestro cuerpo. Es por eso que no es raro que las personas que asisten a las misas carismáticas o se acercan a curas carismáticos sientan que tienen la experiencia de la sanación. En cierto modo, son ellos mismos los que se curan", agregó Lucy.
Los carismáticos se caracterizan porque se agrupan a rezar de un modo diferente para sentir cambios internos. "No se trata de venerar el cuadrito o la estatua. Hay que sentir que Dios está dentro nuestro", dijo Federico. Según los mismos integrantes, esta corriente católica no busca romper con la tradición, dogmas y estructuras organizativas del catolicismo, sino todo lo contrario: intenta contribuir a revitalizar la religión.

