La construcción del dique Cuesta del Viento implicó interrumpir la actividad de todo un pueblo, llamado Bajo Colola. La gente vivía donde hoy está el espejo de agua. Los pobladores tuvieron que ser trasladados en una situación que la mayoría recuerda como traumática. En la localidad del Bajo Colola residían 19 familias, es decir alrededor de 90 personas. Las viviendas se ubicaban en terrenos que superaban la hectárea en donde se localizaba también la huerta, la quinta de frutales, y las instalaciones para la crianza de animales y aves de corral. En diciembre de 1997, cuando todavía no se había iniciado la construcción de las viviendas que se les había prometido a la hora de trasladarse, y como consecuencia de condiciones meteorológicas excepcionales, contra todo cálculo y previsión técnica, el agua llenó el embalse llegando hasta la cota máxima. Este fenómeno natural sumado a la asincronía entre los trabajos de construcción de la presa hidroeléctrica y los correspondientes a las obras destinadas al emplazamiento de la población, transformó la salida del lugar, en una tragedia. La mayoría de la población debió abandonar el Bajo Colola, alojándose en viviendas transitorias, hasta el mes de noviembre de 1998, fecha en que se hizo entrega del barrio a sus adjudicatarios.