El sueño que durante años acuñó la comunidad cercana a la parroquia de la Inmaculada Concepción, ya es una realidad. Desde esta mañana, los restos de monseñor Antonio López Soler, el cura que la levantó tras el derrumbe que sufrió en el terremoto de 1944, descansan en su cripta.

 

 

Jorge Lozano, quien había autorizado el traslado del cuerpo que hasta hace unas horas se encontraba el Cementerio de la Capital, encabezó la ceremonia.

 

 

 

 

Monseñor López Soler fue párroco del lugar desde 1958 hasta 1996 y artífice de varias obras de profunda significación. Entre otras muchas cosas, el sacerdote tuvo la heroica misión de levantar el nuevo templo parroquial, tras el histórico terremoto que tiró el viejo templo y causó la muerte del párroco Eutiquio Esteban, que en el momento del sismo celebraba casamientos con un grupo de fieles y cuyo cuerpo también descansa en la cripta.