"Debe ser porque antes funcionó el hospital Ferroviario. Dicen que cuando se morían las personas, llevaban los cuerpos a una habitación al fondo, hasta que los retiraban", contó un policía. Y es justamente en el Cuerpo Especial de Vigilancia, encargado de custodiar los edificios públicos, que algunos efectivos reconocieron que el del Ministerio Público es uno de los complejos en el que más ruidos extraños se escuchan, ruidos que meten miedo y que no tienen dueño. La versión es confirmada por algunos empleados judiciales que trabajan en el lugar, que confesaron estar acostumbrados a sentir supuestos fenómenos extraños. "Los ruidos que más seguido se escuchan son los de los picaportes. Es como si alguien quisiera entrar y va tanteando las puertas. También se oyen pasos, pero lo que más miedo mete es el sonido de una camilla que se mueve, en el primer piso", agregó el policía, que prefirió no dar su nombre para evitar problemas.
En la planta alta, los pasillos angostos pintados de gris oscuro y los pisos de color negro generan una atmósfera poco propicia para los miedosos, especialmente en la tarde y en la noche, cuando los que quedan en el lugar son los empleados de la limpieza, funcionarios que trabajan fuera de horario en expedientes o Jorge, un encargado que lleva más de 15 años trabajando en el Ministerio Público.
"Yo he visto y sentido cosas que ya no me asustan. Vi sombras en los pasillos, escuché pasos, silbidos, puertas que se golpeaban constantemente en días sin viento y hasta una compañera salir del baño asustada porque le tironearon el vestido. No sé qué es, pero que acá pasan cosas raras, pasan", confesó Jorge.
"Yo no creo en estas cosas, pero es común que una radio del primer piso se prenda sola, cuando todo está cerrado, o sentir que se mueve algo con ruedas. Lo más raro que me pasó fue el sábado pasado, cuando la puerta del baño se me abrió sola, de par en par. Ahí sí que me asuste", dijo Natalia, quien trabaja en el servicio de mantenimiento.
En el edificio ubicado en Rivadavia casi Caseros funcionó hasta mediados de los ’80 el Hospital Policlínico Ferroviario, que luego se mudó a calle Tucumán, en Concepción, antes de desaparecer. En los "90, el complejo fue ocupado por el Poder Judicial y allí actualmente funcionan Defensorías y Fiscalías, aunque en el lugar aún quedan cosas del viejo centro de salud, como mesadas de laboratorio que hoy contrastan en oficinas de prolijos escritorios.
En la planta baja, el edificio tiene un largo pasillo, que termina en la Defensoría 6. Allí es donde funcionó la sala donde dejaban a los muertos, según contaron los viejos empleados del Ministerio Publico. "No hace mucho, un fiscal dejó su oficina tarde, ya de noche. Y le avisó al policía de la garita que se iba, pero que quedaban unas mujeres en el fondo, a las que había escuchado charlando. Pero mi compañero le dijo que no había nadie, que la única persona que quedaba en el edificio era él. Hasta el día de hoy, este abogado nunca supo qué fueron esos ruidos que escuchó", afirmó otro policía, quien sabe, al igual que otros trabajadores del lugar, que cuando el ritmo de las agitadas mañanas cede y quedan unos pocos en el edificio, en el momento menos pensado un sonido que no tiene explicación razonable los puede sorprender. Y asustar.