Al menos 8 personas murieron y 39 resultaron heridas, cuando comandos talibanes lanzaron ayer una ofensiva que incluyó ataques suicidas a sedes oficiales, cuarteles de policía y de la OTAN en Kandahar, en el sur de Afganistán. La acción, considerada por el gobierno de Hamid Karzai como una “venganza” por la muerte de Bin Laden, contó con más de un centenar de talibanes, dejando un saldo de 2 civiles y 6 combatientes muertos. Un médico del hospital Mirwais dijo a la prensa que atendió a una treintena de heridos, entre ellos 10 policías. Los talibanes utilizaron armas pesadas y ligeras, así como granadas, obligando a los comerciantes a cerrar sus negocios y a la población a refugiarse en sus viviendas durante horas, según informó la cadena televisiva Al Jazira. La ofensiva, que duró algo más de cuatro horas hasta que las fuerzas de seguridad recuperaron el control, llegó poco después de el movimiento talibán anunciase que la muerte del líder de Al Qaeda, Osama, “dará un nuevo impulso” a su lucha. Los talibanes habían optado hasta ahora por no pronunciarse sobre la muerte de Bin Laden. Fuentes oficiales precisaron que hubo 10 ataques con explosiones a dependencias oficiales, entre ellas la sede de la gobernación, comisarías, y la sede del ejército afgano y de la ISAF.
