Apenas pasaron unos minutos de las 4 de la mañana de ayer, oficiales de la Policía de San Juan comenzaron a reordenar el vallado que habían colocado en la playa de ingreso a la Guardia del hospital. El objetivo, volverla más inaccesible. Ésta fue la primera señal que a un grupo de 5 jóvenes militantes, que estaba de vigilia, les hizo dejar el mate y la charla de lado, para asomarse por las vallas e intentar averiguar qué pasaba. De ahí en más, la madrugada fue movida y llena de mucho temor.
Mientras que la Policía se esforzaba por impedir el paso de la poca gente que había en el lugar, el desconcierto se hizo mayor. Había mucho movimiento, pero no se sabía qué pasaba. El hermetismo fue total y el temor de los que estaban de vigilia, comenzó a aumentar con el paso de los minutos.
La sospecha y las conjeturas aumentaron aún más cuando vieron llegar la camioneta gris del ministro de Salud, Oscar Balverdi. Y estos gestos de alarma se trasformaron en sorpresa cuando vieron al ministro de Desarrollo Humano, Daniel Molina, quien estacionó su vehículo sin percatarse de que dejó las balizas encendidas y bajó rápidamente en ingresó al hospital.
Mientras tanto, desde adentro de la Guardia, todo era hermetismo y nadie explicaba por qué tanto movimiento a esa hora. Fue en medio de ese panorama de desconcierto cuando llegó Sergio Uñac, a toda velocidad y casi sin esperar que le abrieran el vallado, ingresó al hospital. En ese momento, la sospecha se confirmó y los que esperaban en la vereda de la calle General Paz pudieron escuchar que el estado de salud de Gioja era grave y que iban a operarlo nuevamente.
Pasada las 5 de la mañana, Balverdi informó que lo habían operado por segunda vez, por una nueva hemorragia. Fue cuando los militantes comenzaron a rezar.
Antes de estos momentos de tensión, pasaron por el hospital varios funcionarios, entre los que se encontraba la senadora Marina Riofrío, el diputado nacional José Villa, el intendente Fabián Aballay y el diputado provincial Eduardo Bustelo.

