Briana cumplió hace dos días su primer año. No tiene noción de lo que pasó durante las primeras horas de su vida, pero su mamá Melisa (no se da el apellido para resguardar a la menor) dijo que cuando la nena sea más grande le va a contar toda la verdad. ‘No es lindo lo que hice, ni estoy orgullosa‘, dijo la joven que el año pasado fue noticia porque entregó a su pequeña recién nacida a otra mujer en la iglesia Catedral (ver aparte). ‘Fue un error, afectó a todos. Sobre todo a mis hijos y al resto de mi familia‘, agregó Melisa, que actualmente tiene 21 años y vive junto a sus papás y a su otro hijo de 4 años.
Mientras prendían el horno de barro para cocinar, pero sin abrir las puertas de su casa, Melisa y su mamá dijeron que no querían hablar del tema. Pues recordar les causa mucho dolor y quieren que ese momento se borre de sus cabezas. Sin embargo luego se relajaron y contaron su dura historia. Aferrada a su hija, quien comenzó a caminar a los 10 meses, es muy sanita e inquieta, la joven mamá contó que intentan llevar una vida normal. Con la mirada gacha pero con la voz firme, la joven contó que vive con el arrepentimiento a cuestas. Pero que ahora da la cara porque no tiene la presión de hace un año. Repitiendo a cada rato que siente vergüenza por lo que hizo, pidió que la gente no la juzgue y aseguró que si pudiera volvería el tiempo atrás. ‘Siempre me arrepiento. Queremos borrar esto que pasó. No es algo que ni a mí, ni a mi familia nos llene de orgullo, aunque yo no tengo que darle explicaciones a la gente. Yo sólo me tengo que explicar ante mis hijos‘, agregó Melisa, que habló detrás de un portón, con la pequeña Briana en brazos y tapándole la cara.
Sin contar qué la motivó a dejar su bebé en los brazos de otra mujer, dijo que lo que más le duele es que su otro hijo aún recuerda con dolor ese duro trance. ‘Yo en ese momento sólo pedía respeto y no para mí. Yo me mandé un moco y tenía que aceptarlo, pero no quería que mi hijo quedara marcado. Todavía le tiene miedo a la Policía y se asusta cuando viene gente que no conoce (sic)‘, dijo Melisa. Es que, cuando a la joven la buscó la Policía para interrogarla por la entrega de su hija, el pequeño que ahora tiene 4 años estaba con ella. En este sentido contó que aún no termina de explicarle a su hijo qué fue lo que pasó en ese momento y dijo que el chico le suele preguntar por esa gente que los iba a ver. ‘Es que estuvimos juntos en todo momento y se fue a esa casa -a un hogar del Estado- conmigo‘.
Sintiendo que tiene una cuenta pendiente con su hija y con la certeza de que en algún momento Briana sabrá sobre esas duras horas que vivió, dijo que ella se encargará de contarle la verdad. ‘Ella no entiende ahora, pero yo se lo voy a ir explicando. En este momento, lo único que sabe es del amor que le damos, que está con su mamá y con la familia que tiene que estar. Ahora no importa nada más‘, remarcó.
Con los ojos brillantes y con la voz perdiendo la fuerza del principio de la charla, recordó los días posteriores a entregar su hija. Pasó días encerrada en su casa. No quería salir ni al patio por miedo a que la vieran los periodistas y sus vecinos.
Sin parar de hablar dijo: ‘El vecindario es el que se encarga de hacer sentir dolor. A mí me trataron de loca y de inmadura. Los comentarios fueron muy dolorosos, pero la gente no sabe lo que yo pasé. Hubo momentos en los que apagamos todo. No veíamos televisión, ni prendíamos la radio, porque no queríamos escuchar más nada. No podía salir a la calle porque la gente me miraba muy mal. Me preguntaban del caso y me decían ’qué raro lo que hiciste si con tu hijo más grande sos buena y nunca pensé que fueras mala madre’. Yo no soy mala madre, si no, mis hijos no querrían estar conmigo. Al más grande lo cuido desde los 16 años y me hago cargo. Yo los crío, los llevo al hospital, a la escuela y me encargo de que ellos coman y duerman bien. Los amo‘.
Con la ayuda de su papá y con lo que recauda vendiendo algunos libros dijo que está segura que va a salir adelante. ‘No le pido nada a nadie, ni a los padres de mis hijos, ellos se lavaron las manos‘, contó la joven y reiteró en varias oportunidades que le gustaría ‘no haberlo hecho nunca‘.
Al lado de su hija, la mamá de Melisa pidió que la gente se olvide de lo que pasó. ‘No se perdona una cosa así, pero qué vamos a hacer, a los hijos no se los corre de la casa. Se aprende a vivir con el dolor. Nosotros como familia pasamos mucha amargura y sigue la tristeza. Pero si no fuera por la bebé no tendríamos momentos lindos‘, agregó antes de despedirse y cerrar la puerta de la casa donde crece la pequeña Briana.
