La moda de construir grandes chalets en San Juan vivió su momento de esplendor entre los años 1920 y 1940. Las familias acomodadas de la época, prácticamente todas ligadas a la vitivinicultura, mandaron a hacer suntuosas casas -algunas de ellas al lado de las bodegas- sin importar si los elementos para construírlas había que traerlos desde muy lejos, como ocurrió con unas placas de piedra ónix, traídas especialmente de África para recubrir el frente de la mansión Graffigna. En general, el chalet Aubone, Graffigna, Dubós o el Cantoni fueron construcciones pensadas para familias numerosas y así fue que la mayoría tenía entre 10 y 15 habitaciones. En estos chalets la clase alta de la época hacía lujosas fiestas, que marcaban el poder que cada una tenía en esos momentos.
