"Valió la pena esperar tanto tiempo. En abril cumpliría un año con el corazón artificial, él es muy fuerte y todo lo que he hecho sirvió. Dejé una familia tirada, porque no es lo mismo estar con la mamá que sin ella, pero la salud de mi hijo estaba primero", explicó Angélica.
Hoy María vive en un hotel que le consiguió la Casa de San Juan en Buenos Aires, que se ubica a dos cuadras del Garrahan; empezó yendo provisoriamente allí porque el área de padres del hospital estaba en remodelación y luego prefirió quedarse por mayor comodidad: "Nunca quise estar en esa sala porque no es lo mismo que un hotel. Ahí tengo mi cuarto, mi baño, mi lugar para hacerme mate, por suerte me lo pudieron conseguir", dijo y agregó que "también me dan tickets por 140 pesos, pero mucho no hago con eso. A Juan le trajeron de todo, ropa, plata para que le de algún gustito y eso ayuda mucho".
Como deseo, María Angélica está convencida de que las cosas se van a encaminar de una buena vez para la familia Brizuela: "Nunca bajé los brazos, yo sé que mi hijo va a salir adelante, todo el personal del Garrahan es de diez, no tengo nada de que quejarme; y sí agradezco a los sanjuaninos que rezan por Juan, y por todo lo que me están dando para poder estar con mi hijo", manifestó.