Marito fue noticia nacional el tiempo que duran las noticias por estos días, casi nada. Allá por marzo de este año y luego de haber logrado en San Juan la popularidad mediática que nunca buscó, un diario con sede en Capital Federal escribió sobre él: "Marito, el chico que sale a robar para ir a comprar paco". Marito cayó en manos de la Policía por robarle el arma a un oficial y después, durante un mes aproximadamente, siguió entrando a comisarías por otros seis hechos similares gracias a su "necesidad" de seguir robando para conseguir drogas, o simplemente para comer. Después el niño sanjuanino desapareció de las redacciones de canales y diarios de Buenos Aires y también de la provincia, por supuesto. ¿Qué pasó? Marito dejó de ser noticia porque ya no roba ni se droga, Marito estudia, se baña, hace deportes -dicen que es buen futbolista- y ya asimila el significado de la palabra responsabilidad, siendo ese, probablemente, su logro más trascendente. Hace cuatro meses tenía doce años y pesaba menos de 40 kilogramos, es decir, la delgadez le saltaba a sola vista. Tenía el pelo largo y despeinado con mechones de varios colores, andaba sucio y, obvio, con mal olor. El Marito de hoy tiene el peso que debe tener, se lo ve erguido, sonriente, con el pelo negro de un solo color y los dientes como tienen los chicos a esa edad, sin una mancha. El caso del niño que se recupera es una historia conmovedora y casi testimonial de que con esfuerzo y una guía cuidadosa, las personas a esa edad pueden corregir el rumbo.

Marito tiene mamá y papá, pero ellos están separados. Con ambos padres tiene otros dos hermanos que son más chicos que él. Y su mamá y su papá tienen hijos con otras parejas: cuatro ella, y dos más él. El papá de Marito tiene problemas de salud, pero un empleo y trata, a su forma, de llevar adelante la familia que construyó. Marito lo quiere mucho, y le costó horrores despegarse de él, quien hasta hace poco tuvo la tenencia legal del niño. Según dijeron las fuentes consultadas, su mamá no tiene ni hogar y deambula de un lugar a otro. Todos los hijos que tuvo la mujer, ya sea con el padre de Marito o con otros hombres, terminaron viviendo con sus parejas porque ella no es capaz de cuidarse sola. El niño, a pesar de esa historia, la aprecia y se referencia también en ella, tanto que en poco la mujer visitará a su hijo. Marito no les guarda rencor a sus padres, si hasta les escribió una carta que les envió con quien hoy tiene su custodia, la jueza de Menores María Julia Camus: "No se preocupen por mí", dice en el encabezado el papel que, además, grafica esta nota. La letra imprenta evidencia su falta de escolaridad, aunque ahora ya está en la etapa de aprender "la otra letra", la manuscrita, según le contó emocionado a Camus. Marito está preocupado por lo que les pase a sus padres, se nota el texto que se animó a redactar. Y eso que pocos se preocuparon por él en su corta vida: al momento de convertirse en estrella de los medios tenía un año menos, vivía con su padre, sus hermanos menores y la pareja de su papá en una vieja y muy precaria casa al fondo de un comercio. Deambulaba todo el día en busca de cosas para hacer porque no tenía nada para entretenerse. Había empezado a drogarse con marihuana: "De vez en cuando fumo algo", le dijo a los policías cuando lo interrogaron aquella vez. Nunca consumió paco, como divulgó la Policía, según confirmaron los estudios médicos que luego le hicieron. Esos análisis arrojaron que el niño no tiene ningún problema clínico, ni psíquico, como también se especuló en aquel momento. "No quiero ir a la escuela, por eso no voy", solía decirle a la jueza, a sus padres y también a las asistentes sociales. Y no iba, simplemente. Un buen día lo sentaron en el despacho de la jueza, luego de varias entradas a la Policía durante ese fatídico mes de marzo de este año, y le dijeron con firmeza: "Te voy a sacar de tu familia". El niño empezó a llorar desconsolado, porque nunca se lo habían dicho y sabía que tendría que empezar a corregirse o, tal vez, tratando de conmover a quien le comunicó el castigo, en busca de ablandar la decisión como ya había hecho otras varias veces. Por supuesto no lo logró, y a partir de ahí su vida cambió. Empezó a aprender el valor de la autoridad.

La jueza de Menores María Julia Camus tomó la decisión de extraerlo de su familia luego de haber investigado a los padres y a su círculo familiar más extendido. Cuando se dio cuenta que el niño seguiría con la misma vida que tenía hasta ese momento porque ninguno de los adultos que lo rodeaban podría corregirlo, lo mandó a un internado en Buenos Aires, donde se recupera por estos días. El lugar donde está -se protege el nombre de la institución para proteger al niño- tiene ciertas restricciones para las salidas, pero no es una cárcel y tampoco es similar al Instituto Nazario Benavídez que hay en San Juan. Todos los niños que están en ese lugar son menores y tuvieron algún problema con la ley penal. Trabajan en grupos y hacen conocer sus dramas a sus compañeros, como una terapia grupal. Los profesionales hacen mucho hincapié sobre la responsabilidad. Es decir, que los niños aprendan a hacerse cargo de las cosas que hacen y de sus afectos, que sepan las consecuencias de sus malos actos. Y Marito algo aprendió de eso: la jueza le preguntó un día "¿Qué es la responsabilidad?", y el niño respondió al principio con evasivas del tipo "no me acuerdo", o "acá son muy complicados para explicar eso", hasta que al final María Julia le pidió que se lo explicara con las palabras que le salieran: "La responsabilidad es hacerse cargo", respondió el niño con la simpleza del conocimiento. Y la conmovió, según contó la funcionaria a este diario. No sólo eso, en una charla que la jueza tuvo con el menor hace poco, el niño le trasladó el deseo más profundo: "Mi papá tiene que hacerse responsable", se lee en un acta que la jueza hizo de la visita que ella realizó al niño (ver al pie).

¿Cómo sigue la vida de Marito? Estará algunos meses más en Buenos Aires recuperándose. Hoy están charlando con personas de su círculo familiar para analizar si es posible que se quede con ellas. No son sus abuelos o tíos, están evaluando otras opciones. Por ahora y al menos hasta que termine este año, el niño va a permanecer fuera de San Juan porque el tratamiento que le están haciendo ha dado sus buenos frutos. Según los profesionales del lugar, ya no tiene esa predisposición a escaparse, como la tenía antes, ni tampoco la rebeldía con la que llegó. En su fibra más íntima la jueza sabe que será un problema tomar la decisión de trasladar al menor a la provincia porque Marito se convirtió en el centro de un debate que ella propició y al que no le escapa: el tratamiento mediático de los casos que involucran a menores, víctimas o victimarios. Uno de los motivos por los que decidió sacar a Marito de la provincia fue el hostigamiento de los medios de comunicación. "¿Se dio cuenta?", le dijo un día Marito a ella antes de ser enviado a Buenos Aires, "estoy en todos los medios, soy famoso. Acá -en la Comisaría del Menor- todos me lo reconocen". Es decir, para el niño estuvo bien que le dijeran que no tenía remedio o que iba a convertirse en un "Alvarito". Camus decidió ese mismo día sacarlo de la provincia. La jueza dice que no fue el único motivo, pero parecería que fue el de mayor peso. Al final, el niño se recupera que es lo más importante de todo. Habrá que seguir la historia de Marito más de cerca porque conmueve. Marito podría convertirse en el símbolo de los muchos niños que pasan por los mismos problemas. El mayor drama es el de la falta de autoridad, que por suerte Marito al final recibió y lo puso donde está hoy.