Hay programas de actividad física para adultos mayores que ponen el énfasis no solamente en las cuestiones circulatorias, sino también en las musculares y óseas. Para el equilibrio, la autonomía en las actividades cotidianas y la prevención de caídas, es importante fortalecer los músculos abdominales y espinales. Para los que no pueden moverse tanto, siempre habrá opciones mucho mejores que el total sedentarismo.
Es conocida, además, la relación entre el ejercicio físico y el fortalecimiento de los huesos: la actividad física ayuda a aumentar la densidad ósea (por la activación de la circulación) en todas las etapas de la vida. En la vejez, esto adquiere una importancia fundamental para combatir los riesgos de osteoporosis y quebraduras a consecuencia de ésta. Las mujeres luego de la menopausia pueden apoyar con actividad física la prevención de la osteoporosis.
Las actividades aeróbicas también ayudan a aumentar el nivel en sangre del colesterol HDL, conocido como colesterol “bueno”, a la vez que provocan la reducción de los depósitos de lípidos. Esto impide el crecimiento del ateroma, placa que se deposita en las arterias impidiendo la buena circulación.
