Se conocen desde hace más de 20 años. Saben lo que piensa el otro hasta sin mirarse y se dan cuenta de todo sin intercambiar palabras. Estuvieron presentes en los mejores y peores momentos de sus vidas y están seguros que nada los puede separar. Es que el vínculo de amistad que los une es tan fuerte que ya son familia. Hoy, en el Día del Amigo, un homenaje a todos los que comparten su vida con un compañero inseparable. A continuación, la historia de Natacha Escudero y Soledad Gómez; Matías Alday y Alexis Richarte; Sandra Pinto y Gabriela Martín, tres pares de amigos que vivieron gran parte de sus vidas juntos.
Unidas por el baile
Se conocieron siendo compañeras de danza cuando tenían cerca de 7 años, sin embargo, sólo se consideraban compañeras. Luego de unos años, el destino las volvió a cruzar, también bailando. Ahí se dieron cuenta que debían estar juntas. Desde ese momento no se separaron más, a tal punto que hoy tienen juntas un estudio de danza. Ellas son Natacha Escudero y Soledad Gómez, dos amigas que aseguraron compartir más cosas entre ellas que con sus propias familias.
Para ellas el vínculo que tienen es irrompible. "Tuvimos muchas amigas que intentaron crear discordia entre nosotras, pero nos conocemos tanto que sabemos qué puede decir y que no, la otra", dijo Natacha, que en un momento fue alumna de Soledad en danza.
Pasaron tantos años juntas que tienen miles de anécdotas. Sin embargo, aseguraron que las que siempre recuerdan son las relacionadas a sus hijos. Es que cuando Soledad se hizo el test de embarazo, estaban presentes ellas dos y el futuro padre del bebé. Y cuando Natacha se enteró de su embarazo fue la propia hija de su amiga quien lo percibió primero. "Es que ya somos familia", dijo Soledad.
Por otra parte aseguraron que a pesar de que una es totalmente arriesgada y la otra piensa cada paso que da, no se imaginan la vida separadas. A tal punto que si no se ven un día, pueden pasar una hora hablando por teléfono.
Desde los 3 años
Matías Alday y Alexis Richarte tenían 3 años cuando a sus papás les entregaron las casas del barrio Illia, en Rivadavia. Los patios no tenían medianeras por lo que todos estaban conectados. Fue cuando Alexis notó que en una de las casas vecinas había otro nene como él y fue con su mamá a buscarlo. "Golpearon la puerta y me preguntaron si quería salir a jugar", recordó Matías, que hoy tiene 28 años, al igual que su amigo. Desde ese momento se volvieron amigos y en la actualidad se ven prácticamente todas las noches.
Su juego preferido era hacer guerritas de insectos. En cajas de cartón metían abejas, hormigas o comepiojos (les cortaban las alas) y los hacían pelear, así pasaban las tardes jugando. Después conocieron a más chicos del barrio y comenzaron a jugar a los autitos y al fútbol. Años más tarde los enviaron a la misma escuela y si bien no fueron compañeros de grados, llegaban y se iban juntos porque viajaban en la misma movilidad. "Eso nos unió más", dijo Matías.
Y a pesar de que en la actualidad no tienen gustos parecidos, siguen buscando una excusa para juntarse, en la misma plaza de siempre y en el mismo banco. "Podemos venir cansados del trabajo o de estudiar, pero siempre que pasamos por acá alguno del los "chicos del barrio" está para charlar un rato", dijo Alexis y contó que tiene un grupo de más de 20 amigos y que la mayoría se conoce desde pequeños.
Si bien hubo épocas que estuvieron más separados por el estudio o porque se pusieron de novios, nunca se pelearon ni se dejaron de hablar. Es que, dijeron que más que peleas de niños nunca tuvieron problema en decirse las cosas. Por eso consideran que lo principal en una buena amistad en la sinceridad.
Como hermanas
A los 9 años Sandra Pinto y Gabriela Martín se conocieron en la UVT. Ambas eran alumnas de la escuelita de hockey sobre césped. Y desde el primer día que se hablaron nunca más dejaron de verse. Ellas consideran que la mayor virtud que tiene su amistad es la ayuda mutua que siempre se dieron. Por eso, son como hermanas.
Tienen 41 años y una de las primeras anécdotas que recordaron al hablar de amistad fue un viaje a Iglesia que hicieron para un Día del Amigo. Es que fue la primera vez que viajaron solas, tenían unos 16 años. Recordaron que se divirtieron mucho y que se reían de todo lo que les pasaba.
A pesar de que en la actualidad tienen vidas totalmente diferentes, el vínculo que siempre las unió está intacto. A tal punto que los problemas que las hacían discutir cuando eran adolescentes, hoy las hacen felices y las unen aún más. "Nos poníamos celosas cuando una salía con otro grupo de amigos. Pero ahora me encanta que ella tenga más gente con quien compartir", dijo Sandra. Y contó que cada vez que ella viaja su amiga es quien le cuida la casa. "Hay veces que vengo a visitarla y ella se tiene que ir y yo me quedo sola. Pero no me siento para nada incómoda, si es como mi casa también", dijo Gabriela.
La amistad que tienen es tan grande que siempre que les pasó algo malo estuvieron juntas y no hizo falta que se contaran las cosas para percibirlas. Y en cada momento feliz de sus vidas se portaron como hermanas. Así fue que, la hija más grande de Sandra no se dormía en las noches si no era con Gabriela. Por esto, se convirtió en otra tía más y en parte de la familia. "Todos los que nos conocen saben que donde está Sandra está Gabriela", dijeron.

