Por esas cosas que tiene el destino y el ciclismo, esta tarde será homenajeado Antonio Matesevach en la clásica que une a las dos provincias cuyanas y justamente es esa carrera la única competencia tradicional del ciclismo en la que el “Payo” no pudo levantar los brazos para festejar una victoria. Además esta carrera significa algo especial para él ya que marcó su regreso al pavimento luego del accidente que lo dejó fuera de carrera por varios años.

Hoy se cumplen 40 años de aquella vez en la que Matesevach volvió a subirse a una bicicleta con el objetivo de ganar, después del accidente que sufrió el 16 de junio de 1967 en Winnipeg, Canadá, cuando un automovilista lo embistió mientras entrenaba preparándose para los Juegos de Winnipeg, clasificatorios para el Mundial de Holanda ‘67 y las olimpiadas de México ‘68.

Por ese motivo es especial la carrera y así lo explica: “Todo homenaje tiene su connotación. Estas cosas se hacen porque una persona lo debe tener merecido. Es algo que tengo que agradecerle a la gente del Club Ciclista Independiente que encabeza en señor Balmaceda, porque esto es especial. Uno no se da cuenta de cómo va pasando el tiempo y si se pone a sacar cuenta hacen 40 años de la vez que volví a vivir una carrera”, contó.

“Esa carrera significa mucho para mí. Ese momento lo viví con una mezcla de sensaciones que no se pueden describir, fue algo muy emotivo, porque antes de eso había estado internado casi dos años sin saber cómo podía ser la recuperación. Los médicos me habían dicho que no iba a poder caminar ni siquiera con muletas ni bastón”, dijo Matesevach haciendo alusión a la pérdida de 11 centímetros de materia ósea de su pierna derecha en el accidente.

Con respecto a lo deportivo, el Payo sostuvo que “esa carrera fue la única clásica que no pude ganar, todas las demás las gané. Hasta la San Juan- Mendoza (el recorrido de la prueba era a la inversa) pude ganarla, pero ésta no pude nunca”.

“Creo que después de volver a correr en 1972 hubo un antes y un después en el ciclismo en la provincia. Es que antes no era familiero este deporte, porque iban siempre a ver la llegada los hombres, pero desde ese entonces, mi mujer fue como marcando un camino, donde las novias y esposas de los otros corredores comenzaron a ir a ver las carreras y eso se tornó algo como de la familia”, recordó el homenajeado de hoy.