Doña Aurelia teje un centro de mesa mientras su hijo Hugo le canta una zamba. Los nietos juegan en el agua del río Tafí, bajo un Sol intenso. Pero a pesar del calor, la familia disfruta el imponente paisaje de quebradas que se puede apreciar por la huella que une Tucunuco con Mogna, en Jáchal, y que está a punto de ser pavimentada. El lugar es paradisíaco y es este año el acceso elegido por la mayoría de los devotos que están llegando a Mogna para honrar a Santa Bárbara. La caravana de gente es constante desde el sábado pasado. Y es que a esta fiesta no sólo la caracteriza la fe por la santa. Es una oportunidad en la que las familias van hasta allí para descansar al menos por una semana.
"Hace 32 años que vengo a la fiesta de Santa Bárbara. Es un momento esperado por toda la familia porque es la única fecha en que estamos juntos", dice Aurelia Romero, que vive en Chimbas. La historia de esta mujer es similar a la mayoría de los promesantes. En alguna oportunidad, llegó de rodillas al santuario, y en otra, hasta caminó varios kilómetros por la huella, para cumplir una promesa. Pero este año lo que primó en el viaje es la diversión, además de la demostración de fe. "Soy camionero y estuve 9 meses en la cordillera. Bajar y venir a pasar unos días acá es una recompensa para el espíritu", cuenta Hugo Romero (35), que va a Mogna desde que tenía 3 años.
Por esta huella, las postales son similares pasando cada curva: caballos atados a algún árbol, carpas, mesas, parrillas con asado, gente bañándose en el río. Este acceso que están arreglando para pavimentar es la mejor alternativa, ya que sólo hay que andar 30 kilómetros de tierra. Mientras que por la otra huella, por la que se entra pasando Talacasto, hay que andar unos 100 kilómetros y no se encuentra en tan buen estado.
En el pueblo también hay mucha gente acampando. En el camping que está cerca del templo ya no cabe un alma y los artesanos y stands de comidas se instalaron hace una semana. En Mogna es una constante la música a todo volumen, los gauchos a caballo paseándose por la calle, los bares repletos de gente y los vehículos que no paran de llegar al lugar. Los promesantes también empezaron a llegar a venerar a Santa Bárbara. Es el caso de Alfredo y Antonio Díaz, hermanos jachalleros que se fueron desde Niquivil hasta Mogna caminando para cumplir una promesa. Salieron el martes por la noche y llegaron al pueblo el miércoles por la tarde. Lo hicieron con una mochila a cuestas y un caballo que sirvió para cargar el resto del equipaje para acampar.