El recuerdo de don Ariel también quedó en varios artistas y personalidades locales, como el aparcero mayor Jorge Darío Bence, el compositor y cantante Saúl Quiroga, la poetisa Hebe de Giargiulo y la pintora y diseñadora sanjuanina Teresita Graffigna, segunda esposa del fallecido autor mendocino Armando Tejada Gómez.

“Don Ariel era muy amigo de una familia de Trinidad, por eso venía aquí a pasar sus días, allá por los años 50 o 60”, evoca el relator y agrega: “Así nació la zamba. Porque se sintió muy pero muy a gusto acá”, guardando la impresión de una breve charla con el creador santafecino, “una vez que vino al Teatro Sarmiento, estuvimos charlando mientras preparaba el piano antes de la función”.

Por su parte, Saúl Quiroga, el creador de la zamba Corazón, dice respecto a la canción que vio la luz en 1950: “Ramírez fue muy amigo de Buenaventura Luna”.

Y Teresita Graffigna, esposa del fallecido autor, expresa: “Yo lo conocí después que nació esta zamba. Me acuerdo que me contó Armando que cuando escuchó la música en la casa de unos amigos mendocinos, quedó hechizado y le preguntó si tenía letra. Ariel le dijo que Luna había escrito algo pero que no era el recuerdo que tenía de San Juan. Por eso cuando se encontró con la letra de Armando le dijo que esos versos eran los que quería”.

En tanto la poetisa Hebe de Gargiulo atesora un instante: “tengo un recuerdo divino. En un congreso sobre televisión que se hizo en la provincia de Buenos Aires hace bastantes años, estaba él y yo iba por Canal 8. Cuando terminó el acto y se enteró que había una sanjuanina presente, subió a tocar su piano y me dedicó Volveré siempre a San Juan”.

Y al igual que ellos, guardan memoria de su increíble talento los integrantes del Coro Universitario con los que actuó en varias oportunidades, la última en 2002 en el Teatro Sarmiento, cuando interpretaron la memorable Misa Criolla; y Carlos Fagale, presidente de Mozarteum Argentino -entidad que lo trajo esa vez-, quien expresa: “Ya estaba muy deteriorado, había perdido bastante su memoria, se olvidaba algunas cosas, pero era muy profesional”.

También lo evoca el reconocido pianista Lucio Flores, sobrino de Juan González, relatando una curiosa anécdota para cerrar la leyenda que ronda el nacimiento de esta notable composición: “estuve tocando en el mismo piano que tocó Ramírez por última vez en San Juan”.

Por Soledad Villarroya / Diario deCuyo