Conocido bromista, algunos amigos que han pasado por el local y caído en la trampa, han pispeado vergonzosos dentro del comercio y descubierto al empleado mirando con cara de nada. Pero igual fue acusado e inmediatamente juzgado: ‘Fuiste vos’, gritaron en todos los casos, con un veredicto de culpabilidad inapelable y, sin ninguna duda, también acertado. En pleno microcentro, a pasos de la plaza 25 de Mayo, el viejo truco de las monedas pegadas al piso sigue atrapando víctimas inocentes y ya se ha convertido en una especie de clásico urbano. Pese a que la broma ya lleva un tiempo y cientos han caído, el público se sigue renovando.
En la vereda de General Acha pasando Rivadavia, frente a una reconocida casa de venta de calzados, hay ahora una tentadora moneda de 50 centavos y dos de 5 centavos. Son casi como un anzuelo, que no tardan en clavarse en el orgullo de los incautos. Así, están los vergonzosos que huelen algo raro y por eso tiran una patadita de rastrón; están los tenaces que se han agachado y convertido sus dedos en garras o los que miran, descubren y vuelven creyendo que tuvieron suerte, pero fue justamente lo contrario. Algunos, empecinados, han llegado a buscar alguna piedra y pegarle a las monedas hasta despegarlas. Una vez apareció un caminito con monedas pegadas, que pagó caro la porfía porque duró poco; mientras que la moneda de mayor valor que hubo fue una de 1 peso.
Los que descubren el truco a tiempo o fueron víctimas, se imaginan mil rostros detrás de la picardía. Pero el bromista está a pocos pasos. Se llama Enrique Nievas, pero le dicen Quique o Negro. Hace 30 años que trabaja para el local de calzados y la broma se le ocurrió después de haber visto cómo unos turistas se largaban de cabeza a recoger unas monedas que alguien perdió. Aquella vez pensó que hubiese sido divertido que estuvieran pegadas. Y de ahí a comprar La Gotita fue todo un simple paso. ‘Lo veo sano, divertido y está hecho sin maldad. Yo me río y la gente que cae en el truco también. Es lindo de vez en cuando reirse por casi nada, al menos, a me gusta vivir así’, dijo.

