En los últimos años, Jackson era considerado un rey oxidado. Incluso fue objeto de burlas públicas. Habían pasado 12 años desde su última gira y 8 desde su último concierto y lanzamiento de su disco de estudio, Invincible. Hasta el día de su fallecimiento arrastró una precaria situación económica marcada por una pésima liquidez y numerosas deudas que alcanzaban los 500 millones de dólares. Pero bastó que muriera, y mejor aún de esta forma cuasi trágica, para que volviera a brillar.

Con su desaparición física como bisagra, Jacko pasó de vender 10 mil discos (el año antes de morir) a más de 31 millones de unidades en todo el mundo, cifra que lo coronó como el artista más vendedor y más recaudador de 2009. Una cifra estratosférica para una industria musical en decadencia. Su ausencia generó mil millones de dólares y según consignó la revista Billboard, si bien la mayor parte de esas ganancias provino de la venta de sus discos, otro ingreso significativo se produjo a partir de la película This is it. Editada a partir de los últimos ensayos de Jackson, generó 392 millones de dólares acumulados en taquilla, derechos, discos compactos y transmisiones por televisión. Todo esto sin contar adelantos por futuras ventas -está previsto que en noviembre vea la luz un nuevo álbum con temas inéditos-, la recaudación por derechos de autor y otros acuerdos firmados por el fondo fiduciario de Jackson. La lista tampoco incluye un acuerdo con Cirque du Soleil para unos espectáculos inspirados en sus canciones para finales del 2011 y un videojuego en el que los fans podrán imitar sus pasos de baile, entre otras cosas. Lástima que ya no está para disfrutarlo.