El amor y la fe por San Isidro Labrador, en San Martín, superó todas las barreras. Fue más allá de todas las dificultades. Es que los vecinos, a fuerza de mucho sacrificio y trabajo mancomunado, lograron construir tres lugares consecutivos para que el santo fuera venerado. El primero fue un ranchito de jarilla revocada, luego una pequeña capilla en la plaza del barrio Independencia, en la localidad que lleva el nombre del santo, y hace 7 años cumplieron el sueño y orgullo de toda la comunidad, levantar la nueva capilla.
La primera imagen de San Isidro Labrador fue donada por Augusto Pulenta, en la década del ’40. Luego de estar varios años en la casa de los vecinos se construyó la primera capilla. "En aquel momento hicieron una pequeña pieza de jarilla revocada. Ahí celebraban la misa, pero el terremoto de 1944 la tiró abajo", contó Enrique Suárez, uno de los vecinos más veteranos de la comunidad. Con el pequeño santuario tirado al piso, San Isidro Labrador volvió a casa de los vecinos. Así estuvo hasta 1984, cuando el padre Brigides convocó a la gente para crear una comisión y tener de una vez por todas un lugar.
La construcción de la segunda casa del santo inició en enero de 1984 y cuatro meses más tarde se terminó. Usaron en algunos sectores de la obra la misma técnica que se usó en el ’44, la jarilla revocada. "Siempre había un vecino trabajando, sin importar el día. Por eso fue tan rápida su construcción. En 1998 iniciamos la obra de la nueva, pero se paró hasta el 2004 cuando el padre Alfredo Montilla nos preguntó qué íbamos hacer con esa obra a medio terminar. Eso nos motivó para inicia nuevamente el trabajo. La municipalidad nos ayudó con algunas cosas", señaló Don Suárez, quien fue el presidente de la comisión que se creó para levantar ambos templos.
Según los vecinos del barrio Independencia, la capilla de San Isidro Labrador es humilde, pero resulta un lugar donde los chicos de la zona encuentran mucha contención. Entre la catequesis de Primera Comunión y Confirmación van más de 60 chicos.

