Leandro García Albaladejo (33) es parte de la tercera generación de una tradicional familia sanjuanina, los Albaladejo, elaboradores de conservas de tomate y de aceite de oliva desde hace casi 60 años. Y como presidente de una empresa familiar cuenta que si bien tiene a su favor el mayor compromiso a la hora de trabajar, corre con la desventaja de no contar con grandes equipos de asesores contables o legales y por eso habla de la necesidad de multiplicar los recursos para salir adelante.
Su abuelo, don Mariano Albaladejo, un español nacido en un pueblo de Castilla, en La Mancha, fue quien inició la empresa familiar en la década del "40. Antes de eso, aquel joven entusiasta fue escalando diversas posiciones, desde cadete, acomodador de cine, decorador de vidrieras y comerciante con su despensa, secundado por su esposa Elvira y su hermana Natividad.
Desde un primer local alquilado, a finales de la década del "30, empezó haciendo dulces de membrillo y después, en su propio local, empezó con la industria conservera con distintos productos como arvejas, pimientos, pulpa de damascos y tomates. Luego agregó el aceite de oliva obtenido con el tradicional molino de piedra.
Cuando se traslada a Pocito, donde actualmente está la empresa, incorporó la primera planta automática de aceite de oliva en Argentina, importada de Francia, que estuvo entre las diez primeras del mundo.
Con una personalidad activa y optimista, amante del progreso y la modernización, era capaz de contagiar su empuje a otras personas, que lo tuvieron como modelo para no claudicar en los esfuerzos, según recuerdan en su familia.
Con la muerte de don Mariano, ocurrida hace 25 años, sus dos hijas, Lidia Albaladejo de García y Beatriz Albaladejo de Carracedo, se tuvieron que hacer cargo de la empresa. Y afrontar uno de los peores momentos para la industria por la crisis económica, que afectó seriamente a Almar Alimentos. No obstante, sobre todo Lidia, que estaba al frente de la empresa, pudo superar el trance, según cuenta su hijo Leandro.
A partir del 2007, quedó al frente del emprendimiento Leandro, que había estudiado Ingeniería Industrial en la Universidad Católica Argentina (UCA). Al equipo lo completa su hermano Omar, un administrador de empresas que estudió en Estados Unidos y que está a cargo de la gerencia de ventas. El tercero es Danilo Carracedo, hijo de Beatriz, un licenciado en Comercio Exterior, que es vicepresidente de la empresa.
Actualmente Almar Alimentos elabora extracto, triturado y puré de tomate, tanto en envases de hojalata como en tetra. Este rubro ocupa el 80 por ciento de la producción de la empresa. Y el otro rubro importante es el aceite de oliva extra virgen de primera prensada en botellas y latas de medio litro. En plena producción, Almar Alimentos da trabajo en forma directa a 100 empleados.
El mercado que abastecen es principalmente San Juan y Mendoza y, a través de un distribuidor en Buenos Aires, también le venden a las principales cadenas de supermercados con sucursales de todo el país. Y este año hicieron una exportación de tomate pelado con albahaca a los Estados Unidos, que promete ampliarse para el futuro.
"Hemos tenido algunas problemas en las relaciones familiares, como sucede en la mayoría de las empresas de este tipo, pero hemos salido adelante y queremos seguir creciendo y dando trabajo a la gente", resume Leandro los planes para el futuro.

