Doble homenaje. Ayer se realizaron dos misas en el Colegio El Tránsito para despedir los restos del padre Román Becerra, que falleció a causa de la diabetes que padecía desde hacía casi 20 años.


En los últimos años trascendió como el sacerdote que desafió el propio dolor físico para continuar con su tarea evangelizadora sin perder la alegría de servir a Dios y al prójimo. Pero esta actitud sólo fue una continuidad de lo que se propuso cuando se consagró al sacerdocio hace más de tres décadas. Desde los inicios de su vida religiosa hasta sus últimos días cumplió con la misión de asistir a los que más sufren. Se trata del padre Román Becerra, de 62 años y quien compartía con el sacerdote Ricardo Doña el rol de segunda máxima autoridad de la Iglesia local. Falleció ayer como consecuencia de la diabetes y sus restos serán sepultados hoy.


"Román hizo del dolor un apostolado. Siempre estuvo pendiente del sufrimiento de los sanjuaninos, incluyendo a los sacerdotes. Fue para nosotros un gran amigo y hermano". Con estas palabras, el padre Rómulo Cámpora describió parte de la personalidad del padre Becerra tras conocer la noticia de su fallecimiento. Opinión que coincidió con la de otros párrocos de la provincia.


"No importaba el día, la hora o las actividades que estaba desarrollando, Román siempre estaba listo para escuchar los problemas parroquiales y personales de los demás sacerdotes. Y después te mandaba un mensaje o un whatsapp para ver cómo estabas. Vamos a extrañar esa contención que nos brindaba", sostuvo el padre Víctor Hugo Gallardo.


Desde sus inicios en el sacerdocio, Becerra quiso poner la Iglesia a disposición de los que más sufren. En 1992 fundó junto a otros presbíteros el Servicio Sacerdotal Nocturno. Tres años más tarde puso en marcha el Teléfono de la Esperanza para atención al suicida. A esto sumó las visitas personales que hizo a todo enfermo que pidió su bendición.


El positivismo, la alegría, la fe y el don de no caer ante el dolor propio fueron otras de las virtudes que los sacerdotes destacaron de Becerra y que lo harán trascender. "Desde que comenzó a empeorar su estado de salud lo visité seguido. Lo que más me sorprendió es que, pese a sus dolores, siempre me recibió con una sonrisa y sin ninguna queja. Su fe fue inquebrantable", dijo el padre Alfredo Ariza.


En la recta final

Hace 19 años le diagnosticaron diabetes al padre Becerra, enfermedad que mantuvo controlada hasta el 2013, cuando comenzó a sufrir las secuelas. Perdió el 100% de visión en un ojo y el 70% en el otro, pero este trastorno no le impidió seguir celebrando misa. Sólo tuvo que reemplazar la Biblia por una tablet para poder leer el Misal en letra grande.


Dos años más tarde, la enfermedad le ocasionó una insuficiencia renal por lo que tuvo que iniciar un tratamiento de diálisis (se dializaba tres veces a la semana), mientras esperaba un trasplante. Fue durante esta etapa, y luego de que encontraran al sacerdote tirado en el piso de su casa parroquial tras desmayarse por una descompensación, que las hermanas franciscanas del Colegio El Tránsito de Nuestra Señora se convirtieron en sus cuidadoras personales. Hasta el momento de su fallecimiento.

El sepelio

Los restos del padre Román Becerra son velados en la capilla del Colegio El Tránsito de Nuestra Señora, en la intersección de calles General Acha y Abraham Tapia, en Trinidad. Hoy, a las 10, se celebrará una nueva misa en su honor. El sepelio será una hora después en el Cementerio Municipal de la Capital. 


VIDA Y OBRA


1955


Nació el 29 de septiembre, en la ciudad de San Juan. Recibió el nombre de Román Rogelio del Rosario Becerra. Tuvo tres hermanos, de los cuales sólo uno vive en la provincia. Cursó los estudios primarios en el Colegio Santo Domingo y los secundarios en la Escuela de Comercio Libertador General San Martín.


1982


El 20 de diciembre de ese año recibió su ordenación sacerdotal, tras cursar los estudios en el Seminario de la ciudad de Rosario, en la provincia de Santa Fe. Durante la ceremonia de ordenación estuvo presente toda su familia, que había viajado desde San Juan para no perdérsela.

1984


Regresó a la ciudad Capital, donde fue designado Vicario Parroquial en la Parroquia de la Santísima Trinidad, cumpliendo paralelamente funciones de Capellán del Colegio El Tránsito de Nuestra Señora y en el Hospital Rawson. En todos esos lugares dejó su impronta.

2003 


Fue designado Vicario General de la Arquidiócesis de San Juan de Cuyo, transformándose en la segunda máxima autoridad de la Iglesia en la región, detrás del Arzobispo. Luego comenzó a compartir ese cargo con Ricardo Doña, quien ahora queda por completo en ese rol.

2007


Tras cumplir 25 años como sacerdote, el entonces papa Benedicto XVI lo nombró Prelado de Honor, por su trayectoria al servicio de la comunidad y su reconocida tarea de contención a los que más sufren. De esta manera Becerra pasó a formar parte de la Familia Pontificia.