En un rancho por donde el aire helado se cuela por todos los rincones y se siente la humedad del barro con el que revocaron las paredes de caña, vive Milagros, la beba que nació hace 5 días gracias a la ayuda de policías en 9 de Julio. Vive con sus 3 hermanitos, su mamá y su papá. Todos comparten una habitación, sin luz, ni agua, con techo de nailon y duermen en la misma cama.

Con la cabeza gacha y sin mirar a los ojos, la joven mamá contó que la beba duerme toda la noche, pero que ellos pasan mucho frío. Su marido hace changas para poder llevar la comida todos los días. En una olla tiznada sobre el fuego prepara los alimentos y tienen una letrina en el fondo de la humilde vivienda.

En el interior, un mueble viejo en el que guardan la poca ropa que tienen y una cama matrimonial que está sostenida por ladrillos, son las únicas pertenencias de esta familia. ‘Dormimos todos juntos porque no tenemos nada más‘, dijo Yésica Giménez, la mamá, mientras cubrió la carita de Milagros que casi no se veía entre tantas frazadas.

Con un poco de vergüenza, dijo que necesitan de todo. ‘En este momento me hacen falta pañales y ropita para la beba, pero todos necesitamos‘, dijo, y señaló las zapatillas rotas de Sofía, su hija de 3 años.

Milagros y su familia viven en el fondo de la casa de su abuela materna y si bien ella les da una mano dijeron que todos pasan las mismas necesidades.

Hace 5 días un llamado telefónico alertó a los efectivos de la Seccional 11ma, en 9 de Julio. Una mujer pedía ayuda porque estaba en trabajo de parto. Los efectivos llegaron a la casa y asistieron a Yésica, de 20 años, que ya tuvo otros hijos de la misma manera. El nacimiento fue después de las 21,30 y los efectivos tuvieron que alumbrar la casa con el patrullero porque no tienen luz. Esa noche pidieron frazadas a los vecinos para poder tapar a la mamá y a la pequeña.